Bar de barrio con un ambiente familiar, abarrotado los fines de semana. Carta sencilla, de toda la vida, lejos de modas y productos gourmet, pero cocinada de una manera casera con un sabor autentico. La presentación es impoluta, sin una gota de aceite o grasa. Los tamaños son generosos y los precios súper baratos. Su punto fuerte son las hamburguesas, la carne no es muy gruesa pero cualquiera de sus combinaciones es buena. El pan clásico también. Los platos combinados muy generosos. Las patatas son caseras pero nada del otro mundo. Pasad de los postres. No cogen reservas, ni tarjetas de crédito ni encargos por teléfono.