El Francés

El Francés no es tan francés. Es como un bistro medio tímido, que ofrece varios clásicos de la cocina gala pero también platos que se encuentran en cualquier lugar, como ravioles. Por eso, me dió la sensación de que se queda a mitad de camino.
Yo pedí un Coq-​Au-​Vin que estaba bien, nada del otro mundo. También ofrecían crepes y una buena carta de vinos. El ambiente es sencillito, parece Pertutti.
El problema fue la confusión que surgió con el mozo ante los descuentos. Si mal no recuerdo, los jueves ofrecían descuentos pagando con MasterCard y también presentando Club La Nación. Al preguntar si se acumulaban, nos dijeron que sí porque el de MasterCard te lo hace el Banco. Al final de la cena, cuando pedimos la cuenta, nos comentan que el descuento con Club LN es solo pagando en efectivo. Se nota que no fue mala fé del mozo, pero sí fue desinformación que nos costó cara.

Mi visita a El francés fue bastante veloz.
Ubicado en una esquina, con una pizarra con promociones y un gran cartel que invita a sentarse a merendar.
Entré, luego de tocar timbre y que me permitieran acceder a un sillón al lado del gran ventanal.
Pedí una lágrima y como todo lugar nuevo, le pregunté al mozo: «con qué podré acompañarla que sea salado?». Inmediatamente me recomendó una promo de café con leche y medialuna de jyq, a lo cual acepté cambiando que sea lágrima doble.
El pedido tardó unos minutos, debo reconocer que estaba apurada y por eso me parecieron más largos. Aproveché a mirar el lugar: una tv encima de la puerta de entrada, la cocina vidriada a mi izquierda donde veía a los cocineros ir y venir y a mi derecha el ventanal con la inscripción «El Francés» que me permitía ver la zona de bares y tráfico de mi alrededor.
Llegó mi pedido, más que abundante. Era un gran tazón y dos medialunas de jyq, muy rico todo. Me sorprendió el precio, porque realmente era mucho: $ 55.
Es un lugar que voy a volver con más tiempo. Me gustó el lugar, la merienda y la atención.

Me gustaron mucho los sorrentinos de cordero. Riquísimo el relleno y muy buena la atención. Volveré nuevamente

Nada del otro mundo, esta bien ubicado.
Un poco caro para lo que te terminan trayendo…

Me gusta mucho la comida francesa y el Francés no es excepción. Comencemos por que la esquina es genial, tiene muchas mesitas afuera, está en una zona que explota de movimiento pero nunca es pesada o densa de gente.
Adentro todo muy limpio, con colores blancos y pastel. Como debe ser.
El menú es enorme, hay de todo para pedir, yo soy mega fan de los desayunos y meriendas. Así que acá es donde me pido los menús de Café con tostados con huevo y queso y mil cositas ricas más. Hay bocha de croque madames con distintas opciones. LOS QUIERO TODOS YA.
Para almorzar tampoco es tan caro dado que los menú ejecutivo rondan los 100 pesos, para la zona no está nada mal. En la cena y si pedís entrada, principal y postre si suma bastante más la cuenta. Pero los platos son variados y ricos como para que valga la pena.
Date un gustito y andá a merendar al francés, no te vas a arrepentir.

Nah. Si caminás dos o tres cuadras más es muy posible que encuentres algo mejor. El lugar no es feo pero el personal no alcanza o no sabe.
Domingo al mediodía: Esperamos 25 minutos la bebida, 35 minutos para que nos traigan una cestita de pan y una crema para untar, y recién a los 45 minutos de esperar nos trajeron el pedido, una ensalada y una bondiola de cerdo, que estaba totalmente seca.
Después de pedir la cuenta esperamos 15 minutos más para que nos cobren. Mientras estuvimos allí se fué una clienta enojada porque no la atendían y luego otra pareja más, que no se enojó pero tambien se cansó de esperar por atención.
No vuelvo.

Fui a almorzar al Francés con mi mamá en una tarde de paseo por Palermo y yo quedé conforme, aunque mi madre lo califica como ‘regular’ y ‘en casa cocinamos mejor’…
De entrada pedimos un paté casero con chutney de tomates excelente. Mi plato principal fue súper acertado. Pedí pechugas de pollo rellenas de panceta, queso y ciruelas con un risotto de hierbas. Ex qui si to, muy sabroso el risotto y el relleno de las pechugas era también muy importante. En cuanto al plato de quien me acompañaba, la elección fue salmón rosado con crocante de hierbas, una salsita de cítricos y rostí de papas. El crocante de hierbas se lo olvidaron. y el rosti de papas vino quemado. La reducción de cítricos estaba muy buena pero era lo único destacable del plato. Para tomar, ricas limonadas.
En lo que a atención y lugar respecta, se puede mencionar que es lindo, todo blanco con los detalles como marcos de ventanas o sillones en azul, simple y tranquilo. Música suave de fondo. Es chico, un poco apretado, pero no incómodo. La atención no fue de maravillas, el mozo no nos daba mucha bola y andaba de acá para allá coqueteando con una chica que estaba en la cocina.
Normal, yo comí rico pero no sé si no se debió a mi astucia que me decía que no debía pedir pescado allí.

Este Lugar es bastante lindo, tranquilo y se siente a gusto estar allí.
he ido un par de veces a tomar té con amigas y siempre nos hicieron sentir muy bien. Hay mucha variedad en la comida, no es solo francesa entonces hay para todos los gustos, la presentación de los platos es perfecta y los meseros siempre impecables.
el lugar es pequeño pero los ventanales grandes hace que se vea amplio, además te da un aire romántico del lugar.
las sillas de afuera no me gusta mucho puesto que hay bastante ruido, más en la noche por ser tan cerca de plaza Serrano, aunque estas sillas las sacan solo cuando el lugar está muy lleno o hace mucho calor.
he notado que últimamente lo han descuidado un poco, pues la pintura se está cayendo y algunos muebles están muy viejos, creo que eso le quita las miradas del lugar y puede pasar por desapercibido.
Es recomendable para tener una cena romántica o una linda tarde de té con amigos.

Llegué al Francés hace algunos años, casi de casualidad. A partir de ese momento, vuelvo relativamente seguido. Es un lugar sencillo, con atención muy cordial, correcta y rápida.
El menú es amplio. Tienen opciones de Desayunos, Meriendas, Almuerzos, Cenas, Cafetería y Pastelería. Sin embargo, cada vez que voy a la hora de la merienda siempre pido lo mismo! Mi favorito es el Croc del Francés: Un tazón de café con leche con un tostado de jamón, queso y huevo. Lo diferente de este sándwich no son los ingredientes, sino su presentación: Le hacen un agujero al pan y ahí es dónde cocinan el huevo. Es riquísimo!
La ambientación es simple y acorde. No suele haber mucho ruido y aunque siempre hay música francesa de fondo, está tan bajita que no molesta en lo absoluto.
Aceptan tarjetas y efectivo, claro. También, cuentan con varias opciones para acceder a diferentes descuentos.
De todas las veces que fui nunca hice reserva. Aunque, en caso de ir a cenar, llamaría con antelación para asegurarme de tener mesa.