Hace tiempo tenía ganas de ir a ese lugar y siempre por la misma razón no iba: está cerrado los domingos. No es que sólo quiera salir los domingos, pero se daba la casualidad que cada vez que me acordaba, era domingo. Finalmente me acordé un viernes a la noche y allá fuimos. Me habían hablado bastante del lugar y todas las referencias que tenía eran positivas, pero también había escuchado que en el medio había cambiado de dueños, por lo que fui con bastante incertidumbre. El lugar es muy lindo, ubicado al final de una galería, está ambientado de un modo bastante tradicional. Como corresponde, pedimos mariscos: una paella para compartir. Y la incertidumbre se fue con el primer bocado. Los mariscos estaban realmente muy bien y el arroz no se quedaba atrás. Los precios son altos, pero la comida es buena. La atención es buena. Me quedé con ganas de probar cómo preparan algunos pescados de la carta, así que volveré pronto.