La ciudad de Buenos Aires encarniza todo tipo de manifestaciones artísticas. Una de las cosas que me sigue enamorando cada día es la enorme cantidad de patrimonios culturales que decoran las calles y plazas al servicio del ciudadano y el turista para su placer visual. Tenemos la suerte de tener una construcción urbana realmente admirable, y de ello forman parte sustancial las esculturas. El monumento Urquiza es uno de los más simbólicos de la historia de nuestro país, y tiene además una belleza que al porteño se le olvida contemplar. La imponente pieza escultórica fue inaugurada en 1958 en honor a quien fue el primer Presidente de la Confederación Argentina. Su construcción empezó en manos de un artista italiano, Renzo Baldi, y fue finalizada por un escultor argentino, Hector Rocha. Pero además de su valor artístico, es su historia lo que la hizo distinguida e intrigante. Es una representación de la Batalla de Caseros, en la que el General Urquiza derrotó al entonces Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. Urquiza está sobre su caballo de frente a la ciudad(entrando por Av Sarmiento) lo que fue interpretado como su triunfal entrada, y mirando al costado, hacia lo que fue la Quinta de Rosas. En el inferior, las diferentes caras de la estatua tienen otras representaciones que aluden a escenas de la Asamblea General Constituyente de 1853, escenas de la batalla y el símbolo del Escudo Nacional.