Palais de Glace

Hace años no iba al Palais de Glacé, lugar que frecuentaba muchisimo junto al museo nacional de bellas artes.
Ayer estaba dando vueltas en la zona y me llego el dato de la Inaguracion de la muestra fotografica de Pablo Piovano, El Costo Humano de los Agrotoxicos.
El lugar es Amplio, obviamente se disfruta mas cuando estas con amigos o con quien sea.
En este caso estaba lleno! pero llenooo! querias leer algo y se asomaba una cabeza que te tapaba.
Ofrecian, Vinos Blanco/​Tinto, Champagne y Gaseosas, Fui! por esa opcion.
De la muestra solo les puedo contar que me dejo con muchas sensaciones feas, no se puede creer, o es algo que no queremos ver.
Lo que note es que sigue en remodelacion o el proyecto nunca avanzo. ojala lo terminen alguna vez. porque me gusta el lugar

Wonderful Belle Époque Ice Skating rink modeled after one in Paris, this round architectural remnant is now home to a fantastic gem of an art museum!
Another free museum in Buenos Aires, make sure you see this! The exhibits while we we there included the submittals to the 2015 National Art Juried Show– and there were some pieces the likes of which I have never seen! Fresh, relevant, modern– I love seeing new ideas and artists being showcased! And in such a beautiful venue!
Upstairs, there was an exhibit to advertising art, and a lot of really «make you think» preachy art. I actually LOVED It!
This museum is a new favorite and going on my list! Check it out if you can, but remember, nothing opens in Buenos Aires until NOON!

El Palais de Glacé suele tener buenas muestras contemporáneas que vale la pena visitar. El edificio es fácil de reconocer por su fachada blanca, pero es una pena que por estar cerca del Museo de Bellas Artes, mucha gente se olvida de este lugar. Pero la verdad es que es un lugar al que hay que ir si te interesa el arte. Es bastante espacioso y el segundo piso tiene una forma bastante particular.
Obviamente, hay que ir.

La última vez que había estado acá fue cuando tenía doce años con mi abuelo. Que me contaba como fue inaugurado en 1910 y que él (que nació en 1924) lo recordaba como un verdadero palacio que supo tener pista de hielo, salón de baile y ser un verdadero polo cultural — al principio para la clase alta– pero que luego se abrió con el uso de su piso de roble para bailar tango.
Mi memoria me marcaba que el lugar era más impactante, probablemente producto de esos recuerdos de infancia. Pero en realidad lo que recordaba era su cúpula que iluminaba todo… cosa que ahora no ocurre.
Lo bueno del lugar es que siempre vas a encontrar muestras contemporáneas de esas que te sacuden un poco la percepción. Ya sea audiovisuales, fotografías o híbridos que te dejan movilizado.
Lo malo, si bien se nota que están en proceso de reconstrucción el lugar está un poco abandonado, da la sensación de cierto emparche. Hay obras en proceso pero realmente es una pena que no se pueda disfrutar de la iluminación natural con la que contaba antaño.
Si estás en la zona de Recoleta paseando, te recomiendo que te des una vuelta por sus instalaciones gratuitas y aproveches para conectar con el arte que ofrece. Además tiene una pequeña librería con artículos relacionados con las exhibiciones y arte en general.
Espero que en mi próxima vuelta le pueda sumar estrellas.

Suele pasar un poco desapercibido porque está al lado de otros gigantes como el Museo de Bellas Artes y el Centro Cultural Recoleta. Pero no tiene nada que envidiarles y quizás, por estar medio camuflado en una calle tranquila y no recibir tanta atención, puede permitirse hacer propuestas más interesantes.
La planta baja generalmente alberga las muestras más tradicionales o la colección permanente. Es interesante pero no es nada que uno no haya visto antes. Lo mejor, y donde desarrollan proyectos distintos, es en la planta de arriba.
Fui a ver de todo: una muestra de fotos y trajes de Julio Bocca, danza con arneses combinada con pinturas, una exposición de Quinquela Martín. Lo que más me gusta, y que repito año a año casi como un ritual, es ir a ver la muestra de fotos de ARGRA. Son las mejores fotografías de fotoperiodistas argentinos del año anterior. Es impactante cómo cada uno cuenta una historia de maneras tan distintas pero siempre a través de las fotos. La muestra es de entrada gratuita y vale la pena recorrerla, tanto si te gusta la fotografía en sí como si te dedicás al periodismo.

No se destaca por su inmensidad ni por una construcción demasiado novedosa, pero tiene otras buenas razones.
La planta baja es amplia y cómoda para recorrer las exposiciones, pero a mi parecer, lo interesante está arriba. Parece difícil estar en desacuerdo. El primer piso es el sector predilecto por votación unánime, estoy segura. De forma circular, se compone de dos «anillos», uno exterior que tiene entradas en forma de arco hacia el del centro.
El Palais ensambla muestras tradicionales con otras más originales. Hace un tiempo visité la que realizó Arroz Gallo con la Fundación Banco de Alimentos. El nombre era «Una persona=un grano de arroz», con la que se pretendía generar conciencia de diferentes problemáticas sociales y también aportar humor, realizando estadísticas representadas con granos de arroz, como bien explica el título.
Pero todos los años vuelvo por la que parece ser la más esperada: La muestra anual de Fotoperiodismo Argentino organizada por ARGRA. Debe ser de las pocas que resultan tan diversamente atrapantes. No importa la edad, el área de estudios del que vengamos, ni si lo tenemos. El Palais ofrece cada año, y gratuitamente, un momento para reflexionar con imágenes.

Cada año tengo una visita obligada al Palais de Glacé: entre julio y agosto se hace ahí la exposición de ARGRA, que reúné las mejores fotos de reporteros gráficos argentinos. Visitarla, además de ver muy buenas fotografías, es de alguna manera revivir los hechos del año anterior. Esa exposición se hace en el primer piso del museo, el espacio más lindo. Tiene arcadas que forman una galería, en donde cuelgan las fotos, una cúpula y un círculo central abierto, por el que se ve el piso inferior.
El museo funciona en un edificio inaugurado en 1910 como pista de patinaje sobre hielo, de forma circular, forma que mantiene el lugar, frente a Plaza Francia, en Recoleta. Funcionó de esa manera durante unos años, para después ser un salón de baile en el que sonaba el tango. Enrique Cadícamo, habitué del lugar, le dedicó una de sus letras: «Palé de Glas/​del 920/​no existes más/​con tu cordial ambiente…/Allí bailé/​mis tangos de estudiante,/allí soñé con los muchachos de antes». Después de una remodelación comandada por Alejandro Bustillo, en 1932 el edificio comenzó a ser la sede del Salón Nacional de Bellas Artes, que reúné las obras de artistas en una exposición que dura varios meses y que continúa haciéndose. Ese es el otro motivo por el que voy al Palais de Glacé: te da un panorama atractivo del trabajo de artistas de todo el país.
La colección permanente está compuesta, en su mayoría, por las obras que ganaron los primeros puestos del Salón Nacional. Además tiene el espacio Kino Palais, un espacio audiovisual en el que principalmente hacen ciclos y proyecciones de cine, y algunos conciertos de música (depende de la época del año, son al aire libre). Hay talleres y varias actividades para hacer con chicos (talleres, visitas guiadas, proyecciones) y también hay cursos durante el año. Si nunca fuiste, chequeá las fechas de esos dos eventos y pegate una vuelta. Si no te interesan las artes plásticas ni la fotografía, aunque sea hacelo por el edificio.