Parrillita

Si digo Ecuador entre Paraguay y Córdoba. Si digo local pequeño y escondido. Si digo higiene dudosa, dudo que se acerquen a este precioso monumento a los manjares asados.
«la parrillita» así se llama, es uno de los mejores lugares de buenos aires para degustar un sanguche, así como se escribe, sanguche de vacío.
Párrafo aparte para el parrillero que se mueve de forma experta entra la parrilla y los clientes en una danza frenética para asegurar la perfecta cocción de la carne
Con precios populares y buenas porciones «La parrillita» es una buena opción para trabajadores y visitantes ocasionales
En resumen más allá de la dudosa higiene del lugar, es un buen lugar para visitar

Mesa semicircular, el parrillero reparte carne como un crupier de casino, el humo de la parrilla marcha por la chimenea de forma constante, «tiene buen tiraje» dice un hombre de anteojos que tiene un bife de chorizo en plato de madera.
La relación entre los comensales es unilateral con el parrillero, que se mueve mecánicamente con movimientos exactos como un metrónomo.
El decorado no tiene mucho esmero, porque es una «parrillita», la que se nombra frotando las manos y disimulando un gesto de picardía.
La ubicación es especial para los extranjeros con una actitud aventurera y para que conozcan los verdaderos manjares que están hechos por una conocedor de la materia y no para ser publicitados.
Otra cosa que quiero decir que la máxima subjetividad, la carne de Buenos Aires es una de las mejores que he probado a lo largo del territorio argentino. Se que cada provincia tiene su especialidad, pero es enormemente aceptable la calidad que ronda en esta ciudad.

Una de las miles de parrillas simplemente denominadas «parrillita», este símbolo cultural está en Ecuador y Avendia Córdoba. Paradora obligatoria de tacheros, laburantes de la zona y habitúes gustosos de discutir sobre fútbol. El menú es simple: carne. bondiola, tira de asado y vacío. Chori o paty, palo y a la bolsa.
Lo mejor que tiene el lugar es su ADN futbolero, las paredes decoradas de colores bosteros y una tele clavada siempre en algún partido de alguna parte del mundo. Entre el parrillero y los comensales se arman debates eternos sobre qué equipo es grande y cuál no y la importancia de Riquelme en el Torneo Local.
No te recomiendo que busques estética en este lugar. La mesa tiene las patas flojas y el menú está adentro de un folio de carpeta. Acá la posta es sentarse, disfrutar de la parrilla e irse. Fin.