Teatro Picadero

Me enamoran los teatros como este: chicos, prolijos, con precios accesibles, una cartelera de calidad a lo largo del año y un bar bien puesto.
Si, este es uno de los pocos teatros de Buenos Aires que ofrece un espacio para disfrutar de un rico trago o algo para picar antes o después de una buena obra. No se vuelvan locos y no pretendan demasiado, es un bar para tomar algo y pedir una picada o pizza, las cosas más elaboradas son súper flojas. Si mejoraran este punto sería un WIN total.
La sala es chica, y la disposición de las butacas hace que se vea y se escuche bien desde cualquier punto. En invierno es calentito y en verano tiene buen aire, como debe ser.
La atención del personal es amable, y el precio de las entradas es inferior a muchos de la calle corrientes.
Soy muy fan de lugares así, ojalá mejoren la oferta gastronómica para poder brindarles 5 estrellas :)

Hermoso teatrito. genialmente ubicado, bien en el centro y separado de todo al mismo tiempo.
Tiene la ventaja de tener un bar al lado, y una genial oferta de espectáculos. Vimos «Los Monstruos» y fue asombrosa.
Volviendo al teatro. Es apto para gente con discapacidad motriz y es una sala ideal por la forma de anfiteatro que posee.
Pude comprar las entradas online e imprimirlas e ir directamente sin demorarme.

Es un teatro muy lindo ubicado en el pasaje Enrique Santos Discepolo, a metros de Corrientes y Riobamba. El complejo además del teatro tiene un bar o confiteria muy linda, donde se hacen eventos, en la planta baja que tiene una barra, mesas y sillas adentro y mesas, sillas y sombrillas afuera. Además en el complejo está la FM blue 100.7 y el teatro en sí está en la planta alta. El escenario es bajo pero bastante grande, la sala en sí es más ancha que larga y cuenta con 8 filas de butacas pero que es bastante extensa a lo ancho.
Se ve muy bien desde cualquier ubicación.
Comprando entrada para cualquiera de los espectáculos que da el teatro hay un descuento del 10% para comer abajo.
Es un muy lindo teatro y confiteria

Que lindo es el Picadero. Debuté en este teatro el fin de semana pasado para ver la más que recomendable ‘El Loco y la Camisa’ y la verdad que la sala ofrece todo lo indispensable para disfrutar de una buena obra sin preocuparte por nada.
De por sí, la ubicación del teatro resulta anómala por estar fuera de la mítica calle Corrientes. Se encuentra en el restaurado Pasaje Enrique Santos Discépolo, que con su facha de alguna manera resalta la entrada del Picadero.
Es verdad lo que comenta Solange F. en su reseña sobre el cholulaje, ya qué en mi visita pude encontrar a Ana María Picchio. De importante no tiene nada ese dato, pero sirve para confirmar la veracidad de la afirmación realizada por la compañera Unilocalera (?).
Lo más importante: La sala es pequeña y se ve perfecto de todos lados. Obviamente que esto es una apreciación aproximada, ya que no fui sentándome en los distintos sectores mientras avanzaba la obra. Simplemente se nota con solo mirar hacía los costados que las dimensiones de la sala ofrecen una óptima visión y sonido desde la mayoría de las ubicaciones ofrecidas.

Ya soy habitué de este teatro. Lo que más me gusta es que es muy íntimo y se dan excelentes obras de todo tipo.
Las salas parecen chicas, pero en realidad tienen bastante capacidad. Las primeras filas son para valientes, ya que estás a centímetros del escenario y suele haber bastante interacción entre los actores y los espectadores, y de hecho, creo que eso es lo que me encanta y me termina de cautivar.

Una sala muy bonita, súper cómoda y con buenas propuestas.
El Picadero es una de las pocas salas teatrales de Buenos Aires en donde, sin importar la ubicación, se ve bien de todos lados.
Es casi un anfiteatro, amplio y con las plateas dispuestas en filas largas, de mucha butacas. Los asientos son hiper cómodos y el sonido impecable.
Luego de su restauración se ha sabido aprovechar el espacio de forma muy inteligente, creando, además del teatro, un bonito restaurant con una barra ideal para pedirse algo mientras esperas que den sala.
El pasaje en donde se encuentra ubicado es bellísimo, logra que te olvides que estas a escasos 100 metros del caos de Corrientes y Callao.
— — -
El restaurant:
**
EVITENLO. A menos que sean demasiado prácticos y decídan no moverse de allí para buscar mejores opciones.
Si bien el lugar es HERMOSO y muy bien atendido, la comida es bastante desabrida (tirando a chota).
Al momento de cobrar, los valores no eran los que figuraban en la carta. Pero como habían omitido cobrar uno de los vinos, la cuenta daba más o menos lo mismo que habíamos calculado pagar (estábamos muertos de cansancio, y decidimos avisarles que estaban cobrando cualquier cosa, pero pagar igual).
Imagino que para tomar un café antes o después de la función viene bien, pero no volvería a cenar allí.
——
En fin, un teatro hermoso.
Saludos,
I.

Soy Fan de los Teatros, interactivos, donde uno forma parte, te miran, te hunden en sus tramas.
El teatro Picadero es un teatro recuperado, tiene una historia de Revolución y lucha contra la dictadura de ideas. Debo decir que esta muy lindo, al entrar uno se encuentra con un Bar en el que puede sentarse y charlar, sillones, un cafecito o unos tragos, previo o posteriori a la obra.
En este caso me toco ver ForeverYoung, un musical que trata la vida de algunas estrellas en el año 2050, donde plantea que estaremos haciendo nosotros y ellos en esa epoca.
Muy buenas canciones quizás falto un poco de «historia» en la obra de teatro, pero debo decir que es entretenida y divertida.
Para volver!

El Picadero es uno de mis teatros favoritos, no sólo queda en un pasaje PRECIOSO que fue puesto a nuevo en los últimos años, sino que además, su reconstrucción post-​incendio se hizo con una calidad impecable.
Tiene una única sala en la que se ve bien DESDE TODOS LADOS, no importa dónde te sientes, tanto en la primera como en la última fila se ve y escucha perfecto, son poquísimos los teatros de los que puedo decir eso.
Tienen muchísimas promociones en la compra de entradas online, así también como una aplicación propia donde en teoría podés ganar entradas para las obras, cosa que todavía no comprobé que sea cierta.
Cuenta con un café/​restaurant que para mí pasa completamente sin pena ni gloria, tiene precios promedios pero una carta super acotada (de hecho, por ejemplo, si querés un tostado lo hacen pero no figura en carta… cualquiera) y la calidad de las cosas es muy medio pelo, ni hablar de la atención que deja MUCHÍSIMO que desear.
En la boletería sí te atienden bien y un plus para los cholulos es que siempre pero siempre hay famosos tomando algo o charlando en la puerta del teatro.

Me encanta ir al teatro y por lo general no me fijo en el espacio. Pero este me resulta encantador.
Está apenas la zona de teatros de Av Corrientes, sin embargo se encuentra oculto en ese pasaje recuperado tan pintoresco, Santos Discepolo.
Todo se ve en buen estado y conservado con cariño. Tendrá unas 300 butacas, no mas, y desde donde te sientes ves perfectamente todo lo que pase en el escenario. Las butacas son cómodas (me siento mayo diciendo esto… pero cuando tenes que estar mas de una hora sentado en la misma posicion, esto es casi fundamental).
La sala esta en un primer piso. Los jovenes (?) subimos por escalera, pero hay un ascensor para aquellos que lo necesiten.
En la planta baja funciona un resto que me lo recomendaron mucho pero al cual no pude ir porque al igual que el resto de los espectadores, pretendí quedarme ahí y ya no había lugar. La moza nos recomendó que la próxima visita haga la reserva previa (y así lo haré).

El Teatro Picadero tiene historia: ex fábrica de bujías, durante los ’70 fue reacondicionado como sala teatral que buscaba salir de los estándares clásicos. Emblenma de la resistencia cultural durante la Dictadura, fue prendido fuego pero restaurado para funcionar como sala de grabación. Reinaugurado como teatro en 2001, se mantiene abierto desde entonces.
A pocas cuadras de la concentración teatral de la Avenida Corrientes, la cartelera del Picadero se mantiene con una oferta menos comercial y más independiente con reconocidísimos actores que circulan por sus entretelones [Cristina Banegas junto a María Onetto y Gustavo Garzón junto a Alejandra Flechner están actualmente presentando obras]. Una sala que ofrece una disposición de butacas heterodoxa pero no por eso menos efectiva –más a lo largo que a lo ancho-​, no hay asiento que alejado del escenario.
El restaurante ‘Picadero’, dentro del teatro, ofrece una alternativa muy útil cuando la función termina tarde y no hay nada para comer afuera. O también si prefieren encontrarse y tomar algo antes de entrar a la función. El menú, tanto de día como de noche, es sencillo pero perfectamente ejecutado. Los precios, más simpáticos en la propuesta ejecutiva que si se pide a la carta. Pero lo vale.
¿Lo ideal? Aunque sea una vez, para un cumpleaños o un lindo regalo, hacer la experiencia completa: restaurant + función. Satisfacción garantizada.

Conocí este teatro cuando fui a ver Forever Young, una obra que me encantó. Pero creo que parte de mi fascinación fue por lo lindo que era este lugar. Ya desde la calle es un lugar diferente: no está sobre la Avenida Corrientes, sino sobre un pasaje silencioso pero muy bien iluminado.
La sala es dentro de todo chica, por lo que te da la sensación de estar muy cerca del escenario y de todo lo que está pasando. Las butacas muy cómodas y el sonido muy bueno también (la obra era un musical y resaltó la calidad).
Apenas entrás te encontrás con un restaurant con velas en las mesas que te llaman a sentarte y pedirte una picada antes de la función. Cuando salimos, había una orquesta tocando, por lo que la invitación era aún más llamativa. Como ya habíamos comido no seguimos nuestros instintos, pero ya quiero volver!

Más allá de la obra que vaya a ver, este es un teatro que me gusta visitar por sí solo. Está apenas alejado del polo teatral de la avenida Corrientes, en el Pasaje Enrique Santos Discépolo, una calle que de noche es medio inhóspita pero si hay función tiene más movimiento.
El teatro está en un edificio que perteneció a una fábrica de bujías de los años ’20. En 1980 fue inaugurada en el lugar una sala teatral en la que se representaban obras de Teatro Abierto; años más tarde el Picadero fue bombardeado por el gobierno militar y el fuego consumió su interior. Sólo se conservó la fachada que está aún hoy. En 2001 volvió a abrirse, refaccionado.
La sala principal es nueva, con butacas que no hacen ruido (que no es poca cosa) y excelente sonido. Tiene pocas filas pero muchos asientos a lo largo, lo que hace que desde cualquier lado se vea perfecto. Si sos friolento, llevá abrigo porque el aire acondicionado es potente.
En la planta baja funciona un restaurante en el que se come rico y rápido, por si sólo tenés un rato antes de entrar a la obra. Más allá de los platos elaborados, hay tapeos (pinchos, rolls, quesos) que funcionan bien y sirven cerveza tirada. Para el almuerzo y la cena tienen cartas diferentes y al mediodìa proponen menú ejecutivo. Vale la pena llegar unos minutos antes y sentarte a charlar y tomar y comer algo en la barra, así cuando salís no te agarra la desesperación del ¿y a esta hora qué comemos?