Doscuartos es uno de esos lugares que inspiran. Si pasás por la puerta probablemente no lo notes. La primera vez que fui, había un recital. Lo encontramos porque había gente en la puerta. Subimos la empinada escalera de mármol de esta casona renovada y voilá: de repente estábamos en una película francesa, al mejor estilo Amelie. Tiene un pequeño patio decorado con banderines y macetas coloridas, una cocinita y un salón no muy grande en donde se llevan a cabo los diferentes talleres, ferias y recitales(a veces, todo junto) que ofrece el espacio. Esa noche el salón era un bar, con mesas, sillas y almohadones en el piso. Nos comimos unas tremendas empanadas que ofrecían en el buffet. Si hay algo que me atrae de este lugar es la oferta de cursos y talleres alternativos, con orientación artística en el sentido de las artes tradicionales y también orientados al trabajo artesanal o a la búsqueda espiritual a través de, por ejemplo, el yoga. Son bienvenidos los que saben y los que no tienen idea, pero son curiosos o están en una búsqueda artística o espiritual. O simplemente, aquellos que no se ven estudiando en un ámbito académico o más riguroso. Hay talleres de pintura y escultura para niños y adultos; cursos de actuación y fotografía; de moldería, para los que se le animan al diseño; de danza, yoga, elongación, de preparto, y un largo etcétera. También hacen ferias y muestras con cierta regularidad, obras de arte, y el año pasado hasta hubo una feria de alimentos orgánicos. Este espacio no para de crecer y ampliar la oferta cultural. Aplausos para ellos.