Cuando camines por la costanera de la florida, justo en frente de la Rambla Catalunya, entre los ecos de multitud se filtrará una suculenta voz que te acariciara los oídos con un sutil: «Empanadas tucumanas de carne cortada a cuchillo hechas al horno de barro» ¿Qué podes hacer antes de realizarle tu pedido a la tierna señora que te las ofrece? Darle un abrazo. El mismo que le darías a Maradona, o a Charly García. Va a estar ahí, tranquila en su reposera, tan suculenta como la voz que te llevó a acercarte. Rodeada de sus tapers de plástico transpirado que a medida que pasan los minutos se van vaciando sin freno, y una pequeña heladerita roja donde conserva bebidas frescas. Se desvive porque las pruebes, porque le digas que son ricas, que le preguntes como las hace. Va a improvisar una terrible promoción para que te lleves 3 del tamaño de 2 por menos de $ 25. Sí no la encontras rápidamente, pregunta por La Tucu a cualquier vendedor de la zona que va a saber dónde anda yirando. La Señora lleva siempre puesta una visera blanca y azul con la impresión de su leyenda, Empanadas«La Tucu». Picantes y bien pesadas, seguido de comer recomiendo una buena siesta.