Pasaje Monroe

Este pasaje lo descubrí investigando un poco de historia de la Parroquia Nuestra Señora de Luján. Resulta que los diseñadores del proyecto arquitectónico de la iglesia eran los mismos que los de la construcción de este pasaje que anteriormente era llamado Pasaje Argentino y este dato me llamó la atención, por lo que buscando más información llegué a saber que estos arquitectos, Hilarión Hernández Larguía y Juan Manuel Newton, no sólo diseñaron estas casas del pasaje en estilo vanguardista Art Decó, sino también se ampliaron por el barrio.
Me llamaron la atención las casas todas con la misma construcción o parecidas, muchas figuras geométricas que hacían de este pasaje casi una pintura perfecta. Los autos arriba de la vereda no me permitían sacarle fotos en todo su esplendor. O hay más autos que personas, pensé, o al ser un pasaje, se les complica estacionar. La cuadra estaba plagada de autos y gente que me miraba feo cuando sacaba las fotos. Pero yo quedé fascinada y por eso me detuve en cada casa, en cada detalle que veía y me llamaba la atención. Es un pasaje hermoso, la luz entraba como oblicua y me llenó de emoción saber que podía estar parada en este siglo sobre un lugar de otra época, detenida en el tiempo. Por suerte está resguardado como patrimnio histórico desde hace unos años y ya nadie podrá derribar aquella magia.
Llegate, descubrilo, encantate con el arte y sentite en otra época, Rosario es una ciudad riquísima en arquitectura de todas las épocas y movimientos artísticos. Sólo hay que animarse a mirar para arriba cuando uno va en el bondi por el centro y ahí empezará a ver lo que sobrevive de la historia.

Un pasaje como el que cualquiera soñaría vivir, valle de belleza, en lugares donde la ciudad ha avanzado tanto con sus edificios que las reliquias no abundan como aquí, donde las viviendas una al lado de la otra alardean de estilo art decó, género del que Rosario fue un máximo exponente, como todo pasaje corta al medio una manzana, en este caso la que forman 9 de Julio, Zeballos, Ovidio Lagos y Callao.
Tiene en sus veredas unos lindos arbolitos que dejan sombra sobre toda la calle, sus veredas son bastante anchas para lo que estamos acostumbrados en esta ciudad de caminos angostitos, sus viviendas aunque proyectadas por la misma persona, son algo variadas y distinguidas por sí solas, aunque nunca dejan de ser una unidad, un grupo bellísimo que podría ser escenario de una película de época.
Es un lindo paseo para aquellos que les gusta observar fachadas de otros tiempos, o una linda sorpresa para los que vienen andando y se cruzan con este de casualidad, que rompe con lo que el ojo acostumbra, que desata la rutina urbana, y que hace que cualquiera sueñe con vivir ahí.

Mí ex-​novia (que me fue infiel en plena Plaza Libertad con mi mejor amigo) vivía en Monroe y Callao. Fue un año entero en el que varias veces a la semana la iba a visitar a su casa en bicicleta.
Este pasaje es un lugar de magia que siempre bien adapta su belleza a cualquier día, de cualquier clima, de cualquier estación del año. Sean cual sean tus estados de animo.
Si llueve y estas triste, en ese momento, seguramente sea el mejor lugar gris para andar en bicicleta. Si hace calor, y estas felíz, seguramente ese sea el mejor lugar de sol para andar en bicicleta.
¿Se entiende?
Desde 2005, es una área de protección histórica, urbanística y arquitectónica. Pero desde principios de siglo XX, todas sus casas guardan consigo una fachada en común, que hasta el día de hoy se mantiene.
Fueron 5 años, desde 1924, que se construyeron todas, con dicha intención. Se hace imposible para los que allí transitan no detenerse a ver uno por uno, todos sus detalles y lujos antiguos.
Además, como si fuera poco, una gran cantidad de arboles que se enfrentan entre una y otra cuadra, a lo largo de todo el pasaje, unen sus copas de mil hojas en el cielo, armando un túnel de verde realmente fenomenal.
Es este un rincón de la ciudad, que como pocas veces, me hace perder el sentido del cielo, y guardar mí mirada hacia otro norte, en dirección a los arboles y la terrible historia arquitectónica que guarda consigo el lugar.

Cada tanto, uno encuentra esos lugares medio escondidos, que pueden llegar a pasar inadvertidos, donde vale la pena detenerse. Sin dudas, el pasaje Monroe forma parte de éste grupo. El pasaje secciona una manzana del tradicional barrio Parque, y más allá del ancho de la calzada se distingue de otros por la unidad arquitectónica que le da entidad propia. La totalidad de las viviendas que conforman la silueta de ambas manos, fueron realizadas por la dupla Hernández Larguía-​Newton, una de las sociedades de arquitectos que más han aportado a la ciudad en calidad arquitectónica.
En un lapso de tan sólo cinco años, proyectaron y ejecutaron las residencias, que se pueden catalogar dentro del estilo Art Decó.
Lo que me gusta de este lugar, es que más allá de no tener ningún tipo de idea o conocimiento sobre arquitectura, quien pasa por ahí siente algo diferente, quizás no pueda explicarlo, ni identificar qué es lo que le aporta singularidad a ese sitio, pero intuye que tiene algo especial.

Otra de las joyas que ofrece la ciudad, en este caso ubicada cerca del centro y la zona del parque Independencia. Concretamente, el pasaje está ubicado en la manzana formada por las calles 9 de Julio, Callo, Zeballos y Ovidio Lagos, atravesándola con entradas por Callo y Lagos.
Proyectado por Hilarión Hernández Larguía, Juan Manuel Newton y financiado por el Banco Edificador Rosario en 1924, el pasaje es una hermosa muestra del repertorio arquitectónico art decó en la ciudad. Hace unos años fue declarado «Área de Protección Histórica, Urbanística y Arquitectónica» y está muy bien que así sea.
Las veredas son anchas con un arbolado abundante, pero la gracia del lugar pasa por las fachadas de cada una de las viviendas. Cada una con una particularidad que la hace única, pero todas juntas pueden leerse como unidad armoniosa.
Por suerte están muy bien mantenidas por sus dueños y todo el conjunto mantiene su originalidad prácticamente desde sus orígenes. Estar parado o paseando por este pasaje es trasladarse a las primeras décadas del siglo XX. La calidad edilicia es muy buena y la estrategia usada por estos arquitectos hace que hoy en día sea una de las mejores muestras de arquitectura en la ciudad.
Vayan a verlo, se van emocionar, en otoño en especial.

El Pasaje Monroe, más precisamente la cuadra que va desde Callao hasta Ovidio Lagos fue declarada en el año 2005 como «Área de Protección Histórica, Urbanística y Arquitectónica Paseo Hilarión».
La razón de esto son sus casas, construidas en 1924 por Hilarión Hernandez Larguía (padre del director del Conjunto Pro Música de Rosario, Cristián Hernandez Larguía) y su socio Juan Manuel Newton. Todas pertenecen al estilo art deco y fueron financiadas por el entonces Banco Edificador Rosario. Cada casa fue diseñada por separado, pero todas tienen un estilo en común y claro, ya que todas son art deco y todas fueron proyectadas por Hernandez Larguía y Newton. Les tomó 5 años en construir todas las casas que pueblan esa manzana que hoy ocupan el pasaje Monroe.
El resultado es simplemente maravilloso, uno parece estar en un set de cine. Las veredas anchas están coronadas por arces que les dan sombra, sumando romanticismo a las fachadas soñadas de estas viviendas. Sus dueños saben el valor arquitectónico de sus casas y como si fueran casitas de muñecas, la gran mayoría están prolijamente arregladas y cuidadas. La calle no escapa al encanto de la cuadra y mantiene su adoquinado original, esto hace que entrar aquí te transporte directamente al siglo XXI y es por eso que muchos realizadores de cine y directores lo han elegido, durante mucho tiempo, para rodar escenas de películas, video clips y publicidades.
Es una joya escondida en la ciudad que vale la pena conocer.