El santo del trigo tiene varias sucursales de panadería y confitería en la zona oeste. Por lo menos tres. Ésta es la más linda desde el punto de vista estético. Las góndolas están puestas medio en diagonal: toda una apuesta al diseño de interiores, pero también una forma práctica de abarcar todo lo que hay del primer vistazo. Y todo lo que hay es rico en San Cayetano, las facturas son de esas bien de pan, pero tiernas, de muy buen sabor y en un surtido estratégico: es obvio que mientras más surtido haya más va a comprar la gente, porque una quiere probar todas. Para las fiestas, el pan dulce de acá es un manjar. Los argentinos pasamos todo diciembre tomando mate con pan dulce, y si es el pan dulce es de San Cayetano, fa! qué lujo. Pero los precios son muy accesibles en comparación con las panaderías de sello propio, por llamarles de alguna manera. Es que San Cayetano está más cerca de lo popular y barato que de lo sofisticado, y sin embargo, los sabores de sus masas, masitas, alfajores, panes, y facturas, satisfacen a los paladares más exigentes. Para quienes compran en esas panaderías «a pura manteca», puedo decir que ésta es una opción para variar de sabor sin perder el buen gusto.