OM Cafe

Cada vez más me doy cuenta que tengo que armar una lista de bares con decoración maricona, porque se ve que son furor, desde que reseño me pongo a prestar atención que éste rubro está copando la parada fuerte. Y pareciera que hay muchos consumidores, generalmente género femenino de franja etaria 22 – 47 que le gusta ir a chusmear a estos lugares con detallitos rosas y floridos.
OM en este equipo no juega siempre, está en el banco y es comodín, pero te hace un buen partido cuando lo ponés a jugar. Como queda en un sector de movimientos álgidos del centro, cada tanto tenés unos ejecutivos desentonando con las cortinitas parisinas medio de primera comunión. Pero es porque ofrecen menúes armados, calculo que no porque ellos quisieran sino porque es la demanda a cubrir.
Algo le falta, y es porque está puesto el estilo porque garpa y no porque los hace felices. Y algo les sobra, y es toda la vista hacia el patio interno que es FANTÁSTICA para apreciar ese valle sagrado que resiste a la mariconeada: un subsuelo lleno de autos y óxido.
Al bar no le suma, claro, las chiquis que van a sacarle mano a la que faltó y se casa en tres semanas no pueden apreciar la oposición valorativa de los cuadritos de Keep Calm and Cualquier Cosa y el acomodador de autos con manchas de aceite sacándose un moco.

Es un lugar hermoso para ir a merendar con amigas y chusmear un rato. Su especialidad cupcakes, cookies y derivados, pero también están las clásicas medialunas y algún que otro postre. Todo es artesanal y muy rico!
Lo que mas me gusta de este lugar es la decoración“hippie-chic”, que sumado a las coloridas plantas que se encuentras en el patio de atrás, generan un ambiente descontracturado y alegre. Los dos ambientes son bastante amplios, por lo cual el lugar cuenta con bastantes mesas.
Es importante destacar la amabilidad del personal y que los precios no son muy altos. Esta cafetería cuenta con wi-​fi gratis para que aquellos que lo desee puedan trabajar mientras disfrutan de un buen café.
Si estas con ganas de comer algo dulce, tomar un cafecito y relajarte un rato, este es el lugar que estabas buscando.

Fui a donde hoy está OM Café por primera vez hace bastante tiempo, cuando no se llamaba OM sino Charly y no vendían delikatessen sino milanesas con papas fritas. El lugar no se parecía en nada a lo que es hoy, pero a la vez sí: tenía los mismos ventanales y el mismo piso de baldosas blancas y negras, los mismos baños arriba a los que se llegaba por la misma escalera de vértigo, la misma barra al final del salón; pero había menos mesas y sillas blancas y más madera, colores más oscuros, más de barrio.
Igual, las cosas importantes siguen siendo las mismas: el té de leche con medialunas sabe como en casa y tiene atrás un patiecito con mesas, sillas y silloncitos que da a un sector lleno de plantas verdes que te hace olvidar que ahí estás en el medio de la ciudad y que afuera de ese rincón la vida urge y te corre para que cumplas con plazos y expectativas.
De tan relajado y tranquilo que es el lugar, una vez que fui apareció de la nada un gato gris medio manchado que se paseó por entre las mesas de afuera y al final decidió que quería dormir abajo de la mesa donde mi mejor amiga y yo merendábamos. Detalles como ése hacen a experiencias que uno tiende a recordar por lo cotidianas pero bellas.