Twinky

Esta heladeríà la rompe. Si no fuera por su dueño mala onda caracúlico que te cobra en la caja, seguro que le iría aún mejor. En realidad los lugareños ya lo conocemos. Está desde siempre con un humor que te deslumbra. Pero ya sabemos que los que vamos a tomar un helado allí, es porque amamos sus cremas heladas.
Tiene un jardín delantero muy lindo para que los más pequeños disfruten no sólo de tomar un helado. Pero hace unos años que muchos priorizamos el envío a domicilio. No sé si para no ver la cara del dueño, sino porque preferimos la comodidad.
Twinky es un emblema en Fisherton y ya ha trascendido las fronteras del barrio. En la zona existe la rivalidad, como en la ciudad con Rosario Central y Newels Old Boys. Están los del bando de Twinky y los de Kiwy. Ambos son fábricas de sus propios helados que deslumbran. Hay pocos en la ciudad que alcancen la calidad y la textura de sus sabores.
Esta empresa hace más de dos décadas que está en la zona, y no les interesa abrir otras sucursales. Quieren mantener su reinado por estos pagos. Es una empresa familiar que viven allí mismo, y se lo vé siempre en las instalaciones del local.

Sé que voy a ganarme más de un enemigo acérrimo por esta reseña. Es que Twinky es el amor de muchos en el barrio, es como la primera novia.
Como buena fana de los helados los he probado más de una vez y no me gustan. Y acá me escudo con el viejo y querido: «sobre gustos no hay nada escrito». Sinceramente, me vendría fantástico que me gustasen ya que la heladería queda justo enfrente de El Barrilito donde solemos pasar a buscar comida o sentarnos en alguna de las mesitas de la vereda… por lo cual, cuanto simplificaría sólo tener que cruzar Avenida Córdoba para ir por el postre! Pero no.
Qué lindo sería sentarme en esas sillitas tan pintorescas y retro que adornan su jardincito delantero. Esas sillas de caño blancas con las tiras plásticas de colores, que son parte del paisaje de esa cuadra desde hace muchísimos años. Me encantan. Pero no.
A contramano de muchos prefiero perderme el postre y no tomar un heladito de Twinky. Ojo que no es nada personal! Simplemente es cuestión de gustos.

Si existen en esta zona heladerías tradicionales es esta.
Lo mejor es la amplitud y la calidad de los helados artesanales. Los gustos para elegir y deleitarse hasta que no puedas más.
Desde hace años y años, conserva una estética como si estuvieses en los años 70, aun me parece divertido y nostálgico descubrir que el cartel de néón es el mismo que cuando pasaba por delante y tenía 15 años.
La terraza es inmensa, llena de sillas que fueron anatómicamente las más cómodas de los muebles de jardín que marcaron estética i diseño en aquellas épocas.
Pero vamos al producto, excelente. Un día hablando con quienes te atienden me explicaron que el secreto radica en la leche, de los mejores tambos, cremosa y especial para ellos.
Una nota media, en horas tempranas: muy poco personal para atender, cosa que sabiendo lo que te espera te armas de paciencia.
En las noches de verano es genial poder estar al aire libre con la seguridad que te podrás sentar para disfrutar de tu helado, los cuales me permito como regalo.
Si no he contabilizado 40 sabores en mi haber es porque siempre sale uno nuevo que hay que probar, son geniales y te lo ofrecen en una cucharita para tentarte.
Pero insisto, lo que más me gusta es la estética, si quieres sentarte dentro, te trasladas a una película antigua y fabulas como el mejor.

Cuando vine por primera vez a Twinky quedé sorprendida. A pesar de que parece una heladería común y corriente, el sabor y la calidad de sus cremas es indescriptible.
Es producción artesanal, y vaya que se nota. Ofrecen una amplia variedad de sabores, uno más rico que el otro, y hay mesas para sentarse adentro y afuera de la heladería.
Es un lugar ideal para visitarlo con amigos, familia y por qué no en pareja. Les aseguro que se irán más que contentos.
La última vez que fui había una promoción que llevando 1kg te regalaban ¼kg, no sé si aún sigue vigente. Siempre hacen promociones o descuentos.
Una muy buena opción, a pesar de no estar entre las más famosas.

Antes de decir que ésta fábrica de helados es un clásico en toda la zona de Fisherton y Barrio Belgrano, por no mencionar a la vecina Funes, empezaré comentando la cremosidad exacta, el punto justo del dulce y la puntería de sus sabores: todos me llegan al corazón.
Mi querida Twinky, gracias por no aggiornarte a las innumerables crisis que a lo largo de estos, no sé, ¿20 años? atravesaste. Es un sentimiento Twinky. Si hasta la parquedad del dueño, eterno tras su mostrador, resulta agradable después de probar estos helados.
Para el que no es del barrio y no conoce, les cuento que Twinky está ubicada casi en la esquina de la ex-​Córdoba y Donado. El local está precedido por un extenso jardín verde, donde hay prolijas sillas y mesas desde donde apreciar la vista del 133 pasando con su traca traca, mientras el alma se regocija con el helado en cuestión.
¿Gustos? Bueno, sobre gustos no hay nada escrito dicen, pero yo recomiendo mis gustos (son 5 porque pido un kilo a domicilio –ah, antes de que me olvide: comprando 1 kg. te dan ¼ de regalo, ¿no son amorosos?); como decía, crema rusa, chocolate con nuez, dulce de leche granizado, frutilla a la crema, banana split, almendrado, limón a la crema. Bueno, son más de 5. Cuestión que el almendrado tiene almendras caramelizadas, y todo lo que vaya con nuez, tiene mucha nuez.
Ya saben, si andan por la zona, frenen, bajensé del bondi, lo que sea, y prueben los heladitos de Twinky: se van a acordar de mí (bien, por supuesto).