Siempre he tenido la sensación de que las ferreterías son aburridas(ojo, no es un tema que se desligue del solo hecho de ser mujer, pues tengo una amiga que raya con ellas). Eso de ir a mirar herramientas no es mi taza de té y creo que otra gente también piensa como yo, pero en «La Campana» cambié de parecer. Solía acompañar a mi tío a ver sus herramientas para trabajar la madera, hasta allí nada fuera de lo común, pero mi padre, que también iba con nosotros, se arrancaba a las secciones de ferromodelismo y aeromodelismo. Allí, mientras mi tío se entretenía en lo suyo, mi papá babeaba con los aviones y portaviones para armar. En esas visitas relámpago aprendí mucho acerca de pilotos(mi papá, hasta en la actualidad, mira unas miniaturas y, por el uniforme, sabe de qué país eran y qué naves volaban. Sí, ni yo tengo ese nivel de fanatismo) de máquinas de guerra, barcos y trenes. Por lo anterior, recomiendo este lugar. No he visto muchas ferreterías con ese tipo de productos.