El Rincón del Parque

Es ideal para desayunar el fin de semana. Un lugar bien ubicado con una carta que ofrece diversas opciones con buen sazón.
La comida es rica (sin ser extraordinaria. Bueno, yo pedí los hot cakes de nuez y no me lo parecieron. Pero mi novia pidió unos huevos con rajas poblanas y dice que eran una delicia). Por eso y la carta, sube la calificación. Por el lado negativo está el servicio que, aunque es amable, es muy lento, y la decoración (que es absolutamente subjetivo. A mi no me gustó que estuviera encerrado y poco iluminado, pero habrá a quién le guste).

Este lugar es pequeño, acogedor y guarda en su menú grandes sorpresas como venado, avestruz y conejo.
Para empezar disfruten de las mesas, pisos y paredes de madera estiló cabaña y harto recomendable el consomé de pollo con arroz y aguacate, después a elegir algo exótico o algo más tradicional.
En lo personal recomiendo la enchiladas de mole, sin exquisitas con pollo, queso y crema.
Un lugar muy bueno para un desayuno familiar, pues la selección de huevos, no los dejaran mal, ya con decir que hay huevos con machaca, es síntoma que podrá elegir varias combinaciones.

Me encantan estos restaurantes establecidos en el interior de una cabaña o de sitios que parecen establos, en los que nada más faltan las vacas. Así es este lugar en frente del parque de Pilares; una casa de madera de aspecto campirano, con una rueda también de madera en la fachada, y un par de escalones techados, casi como un pórtico, para acceder a su interior.
Adentro el lugar conserva el mismo estilo y tiene al fondo un desnivel en donde hay más mesas: este espacio en general tiene una luz tenue, lo cual me gustó, pero al mismo tiempo en algún momento extrañé por lo menos una pequeña ventana. Hay un artefacto antiguo que funge como ornamento, no recuerdo qué es exactamente, pero me gustó. El interior del restaurante en realidad no es tan campestre como sugiere la fachada, es un sitio hasta cierto punto elegante. Fuimos a desayunar, y a mí me pareció muy rico.
En la entrada hay una banca para esperar la asignación de mesa, y es útil porque tuvimos que esperar al menos unos veinte minutos.

Esta cabaña de madera parece sacada de un bosque tiene cabezas de venados por dentro. Sus cortes de carne son excelentes, si te gusta el término inglés (azul), probablemente obtengas algo más cercano al término medio, pero la calidad sigue siendo buena. En lo personal recomiendo el filete mignon con salsa de champiñones acompañado de una copa de tinto o una cerveza. También tienen ensaladas, pastas, postres y café.
Por las noches, la iluminación hace que este rincón junto al Parque de las Arboledas sea particularmente romántico.

Antes de hablar sobre la comida, debo decir que el restaurante es un sueño, pues es como una cabañita ubicada en la Del Valle. Ahí, te sientes como si estuvieras en el campo. Es muy relajador incluso para ir a tomar sólo una bebida y un postre.
Todo su interior es de madera y tiene una decoración muy casera; en verdad, es un gran lugar para comer y charlar. La sopa de tortilla y la arrachera son ampliamente recomendables, y los precios no son elevados.
También los desayunos son exquisitos, pues los platillos son buenos y abundantes. El pan dulce es de lo mejor, y mis amigos dicen que el café también. Yo no lo sé porque prefiero otras bebidas al café.
Y aunque el servicio a veces no es tan rápido, el personal es muy amable.