Si salir quiero, lavar no puedo, así que para eso está la Lavandería Alborada, que maneja precios muy económicos y además con la ventaja de que además del autoservicio puedes dejar tu costal de ropa para que alguien la lave por ti. Un detalle curioso es que en el recibo que te entregan viene la leyenda«¿sabe usted que las lavadoras lavan, no tallan?» así que no esperes que con echar tu ropa a la lavadora se le quiten todas esas manchas de mugre. A pesar de que esta lavandería atiende a varios negocios aledaños, siempre hay lugar para que puedas llegar a lavar tu ropa. Las lavadoras tienen una ranura para echarles monedas, pero sospecho que en realidad no se activan así, aunque no sabría decirlo a ciencia cierta porque yo soy de los flojos que dejan la maletota y la recogen al día siguiente, porque hasta eso son rápidos en el servicio.
Bea P.
Rating des Ortes: 3 México, D.F., México
Una lavandería de autoservicio, algo que me agrada porque así me aseguro de que mi ropa se lave separada por colores y delicadeza, aunque el encargado es muy cuidadoso y como también tienen servicio de lavado, si dejas ropa para que la laven te preguntan si quieres que la separen por colores y texturas. Otro plus es que si eliges lavar tú mismo y se te olvidó el jabón, suavizante y hasta blanqueador aquí te venden desde 100 gramos para que no tengas que salir corriendo al Oxxo por una botella completa de producto. Me gusta que cuando vengo entre semana por las tardes tengo la lavandería para mí sola.
Vicente C.
Rating des Ortes: 3 Cancún, México
Para la gran mayoría de mis amigos, la lavandería alborada es uno de los establecimientos más queridos y recordados de nuestros años en los que comenzábamos nuestra independencia. El autoservicio de lavandería nos obligaba a ir mañana de sábado a lavar la ropa de la semana, el lugar es amplio y nos permitía estar en la misma fila de lavado a los 4 que íbamos. También puedes pagar por que el encargado lave tu ropa pero tiene costo extra y eso nos limitaba poder tener tiempo para poder platicar o para el «chacoteo» mientras las maquinas lavaban y secaban nuestra ropa.