Templo de la Compañía

Hasta hoy, de todas las iglesias que he conocido en Guanajuato el templo de la compañía sigue siendo mi favorita, todavía no descifro si es por la fachada que esta tallada en piedra rosa y es de estilo barroco churrigueresco, o si es por su acústica la cual se ejemplifica cuando la orquesta sinfónica de Guanajuato ensaya, o si es por su pinacoteca que contiene pinturas del siglo XVIII, entre las que destacan las de Miguel Cabrera, un pintor novohispano, caracterizado por ser uno de los máximos exponentes de la pintura barroca del virreinato; sea cual sea el punto la convierte en una joya guanajuatense que es digan de ir a admirarse cuando se pasa por esta calle.
Estando ahí me he percatado que está joya es participe de eventos culturales, de los cuales algunos son gratuitos y otros tienen un precio en específico, pero se han llevado acabó varios conciertos, conferencias y exposiciones temporales.

Es difícil explicar la sensación que me causa este recinto. Tiene una majestuosidad y fuerza solemne pero a la vez hay mucha serenidad. De niña me acercaba lentamente y con curiosidad hacia una especie de ataúd cubierto de cristal, ahí me encontraba con la imagen de un cristo que a la fecha no puedo olvidar. Esta cara me llenó de miedo durante años, hasta que un día después de años, pude apreciar esa iglesia de manera diversa.
Podría hablar de de la historia o la belleza del lugar; de que su portada es invaluable por ser de los pocos ejemplos de estípite en la arquitectura mexicana y así representación del barroco del siglo XVIII; pero hay otras cosas mayores que me acechan al recordar este templo.
Un día caminaba por una plaza de Guanajuato y estaba tan triste y abrumada que sólo se me ocurrió meterme a la Compañía y sentarme en una de las bancas traseras. No había casi nadie, creo que sólo algunas personas cerca del altar. Fue cuando descubrí la altura luminosa de esa bóvedas y sus naves siempre frecuentadas en vuelo por montones de palomas. Pude tranquilizarme ahí dentro y sentir calma. No tenía intenciones de rezar o tener algún encuentro espiritual; y sin embargo resultó el mejor espacio para encontrar paz. Preferí verlo como un refugio neutro que me sirvió y el cual a la fecha recuerdo con mucho cariño por regalarme un momento de silencio. Ahora… guardo silencio.

Definitivamente, una edificación infravalorada. Mis limitados conocimientos de arquitectura no me impiden apreciar la belleza de este recinto, con columnas majestuosas, naves sobrecogedoras y detalles interesantes desde la propia puerta de entrada. La fachada es impresionante, pero lo mejor está adentro, créeme. Es una auténtica galería, y no sólo por las obras que cuelgan de las paredes. Cada vez que entras encuentras algo nuevo. Mi experiencia con este templo jesuita se remonta a hace algunos ayeres, cuando mi esposa y yo nos graduamos de la universidad y su madre (católica ferviente) nos organizó una misa ahí. Nosotros decimos que fue como nuestra boda, por lo bonito que se vio. Yo no lo conocía hasta ese momento, y quedé prendado. Me gusta también que sea un tesoro secreto, pues aun cuando hay actividad local, por lo general puedes encontrarlo solitario. Por cierto, la cúpula es magnífica, la más hermosa de la ciudad, y eso que está algo descuidada. La puedes observar mejor desde atrás, por la Calzada de Guadalupe. Imperdible.

La Compañía a la que se refiere este templo es a la Compañía de Jesús, es decir los jesuitas, que construyeron este templo en 1746. Aunque ha sufrido daños por los desastres naturales que ocurrieron en la ciudad, incluso causando que tuviera que reconstruirse en parte, es un lugar muy bonito en particular su fachada de estilo churrigueresco (nunca pensé que fuera a escribir esa palabra en mi vida).
La confusión entre los nombres de Templo de la Compañía o del Oratorio de San Felipe de Neri surge porque después de construir el templo los jesuitas fueron expulsados por el rey Carlos III de todos los territorios de su corona, entre ellos la Nueva España, y después el templo fue entregado a la orden de San Felipe de Neri.
Otra de las cosas que me gusta de este lugar es su pinacoteca, que está detrás de su altar mayor, que alberga obras que datan desde el periodo virreinal.

Qué trabajo me costó llegar al Templo de la Compañía, es conocido como con 4 nombres diferentes y nadie te sabe decir bien cual es el correcto, supongo que todos lo son.
Yo lo conocía como el Templo del oratorio, me imaginaba que llegando, todo estaría en silencio, lleno de oradores. Todo lo contrario, ¡se traían un escándalo! estaban preparando a muchos niños para hacer su primera comunión y me tocaron unos gritado, a la maestra regalándolos, otros corriendo por los pasillos… Me dio mucha risa que todavía son sólo niños latosos y ya los quieren confirmar.
Me quedé viendo un rato el show, y aproveché también para disfrutar del Templo, de sus colores, de sus lujosos acabados y de sus pinturas. En la entrada principal, inmediatamente, en medio, hay una alcancía donde te piden que des limosna para ayudar con las obras materiales del Templo.

El Templo del Oratorio de San Felipe Neri, La Compañía, es una de la iglesias jesuitas más sobresalientes y grandes. Su antigua sacristía fue habilitada como galería y ahí se resguarda una importante colección de obras pictóricas, sin embargo, se menciona muy poco que cuenta con un órgano tubular, el cual representa una parte significativa de su patrimonio. Éste instrumento musical esta ubicado en lo alto, junto al muro oriente del coro, pese a su longevidad y gracias a profesionales restauraciones, es uno de los que mejor se conservan y está en uso, es de estilo barroco y fue construido en México (muchos otros fueron traídos del extranjero), las treinta y tres teclas blancas tienen cubierta de marfil.
El órgano de la Compañía eventualmente se utiliza en conciertos abiertos al público en general, te recomiendo que estés al pendiente de ello, su sonido es una de las principales cosas que debes escuchar en Guanajuato.

El templo de la compañía es sin más una obra de arte, desde antes de entrar ya se pueden observar santos jesuitas que hacen un complemento hermoso con la fachada de cantera rosa.
Además de esto durante el Festival Internacional Cervantino hace de este espacio su anfitrión para llevar a cabo conciertos.
Es también el segundo templo favorito de los que habitan aquí, y casi siempre se celebran ahí muchos eventos religiosos. Desde las graduaciones, funerales, bodas y hasta se hace un pequeño espacio para bendecir a los perros.
Yo he tenido muy pocas experiencias ahí, pero siempre que asisto hay un momento en que me olvido que estoy en un evento religioso y me pierdo entre tanta bella arquitectura.

Al ir doblando la esquina puedes comenzar a ver los muros elevados y escaleras que enmarcan el pequeño atrio de este templo. Así como casi todas las iglesias de Guanajuato, sigue siendo centro de actividad cotidiana de la comunidad local, por lo que es posible que te topes con algunas personas en el atrio, vendiendo o simplemente sentados platicando.
La fachada de este templo es un ejemplo de talla fina en cantera rosa típica de Guanajuato. En la portada de esta iglesia puedes encontrar muchos detalles que serán suficientes para querer visitarlo, está lleno de estípites (columnillas), en la parte superior de la puerta principal se alcanza a apreciar la imagen de una trinidad con querubines a los pies, y más abajo, un disco solar que se le identifica a veces con la figura de Dios Padre. Del lado derecho se puede ver la torre del campanario con columnillas idénticas a las de la portada, y del lado izquierdo se puede apreciar una especie de espadaña, los arquitos de diferente tamaño, que sustituyen la torre que no se termino de construir. En los nichos también se puede apreciar las figuras de algunos jesuitas. Tiene una cúpula neoclásica del siglo XIX.
Cuando fui a ver la iglesia, estaba cerrada, por lo que no pude disfrutar de su interior. Allí también se encuentra una pinacoteca. Se encuentra justo en una esquina, el edificio remata con una bonita fuente de peces.

No importa si no eres un creyente devoto o si practicas una religión diferente a la cristiana. Una visita obligada cuando te encuentres en el centro de la ciudad de Guanajuato es el Templo de la Compañía. Iglesia ubicada a un costado del edificio Central la Universidad de Guanajuato, justo en la calle de Lascurain de Retana. Para los que disfrutan de la arquitectura y el paisaje urbano se trata de una iglesia jesuita construida por la Compañía de Jesús durante la época de la Nueva España. A grandes rasgos, su estructura se compone por tres naves sostenidas mediante columnas y una fachada estilo churrigueresco. Cuenta con dos accesos: uno frontal y otro lateral. De igual modo, para aquellos que gustan de las manifestaciones artísticas y, particularmente, de la pintura, al interior de la iglesia se expone una serie de obras del siglo XVII del autor Miguel Cabrera.

Este templo da la impresión cuando se está en su interior de juntar tres templos a la vez. Su magnificencia barroca y su «Pinacoteca» que es una antesala íntima y discreta ubicada en la parte posterior del altar, es un espléndido lugar para visitar por su decorado con diversos cuadros barrocos que vuelven muy atractivo este recinto religioso. Durante el FIC, este templo recibe
al ensamble barroco de la Universidad de Guanajuato para engrandecer la belleza del recinto, otorgando al espectador una verdadera experiencia relajante y de apreciación de esta corriente artística