El disco recuerdo

Todavía es difícil (al menos para mí) establecer la línea divisoria entre lo clásico y lo cliché. Sobre todo en los últimos años, años en que por las calles de la Ciudad (con mayor incidencia en los barrios Roma y Condesa) estos dos términos parecen fundirse en una constante contradicción irreductible.
En estas cosas me puse a pensar cuando pasé (por enésima vez) junto a la tienda de vinilos «El disco recuerdo», un lugar donde se puede echar un vistazo al pasado sesentero que dio vida a muchos de esos clichés a los que quise referirme. Luego me puse a analizar la variedad de porqués que me llevarían a comprar algo en esta tienda, pero a cada uno de ellos, me cuestionaba negativamente: «¿Para qué diablos quiero un disco de vinilo, un monito desproporcionado y cabezón de Hendrix, figuritas de los Beatles con pinta de veladoras o una taza de los Kiss? ¿Por qué bebería mi café en una taza de los Kiss?» Pero antes de perder el control, quise imaginar un panorama completamente contrario, en el que alguna necesidad estética y sincera me llevara a desear adquirir estos artículos. Entonces, ya no parecía disparatada la idea de tener unos cuantos LP’s en casa, aunque no tuviera dónde reproducirlos. Porque no tener dónde reproducirlos, me crearíà la necesidad de comprar un tocadiscos. Un tocadiscos, rodeado de LP’s de las bandas más representativas de los sesentas en adelante, luciría solitario sin un par de estas efigies, literalmente ídolos, del Rock N’ Roll que mencioné.
Así, convertido en un ávido coleccionista de tesoros musicales (al menos imaginariamente), esta pequeña tienda musical se transforma en un recinto que rinde culto a décadas y tendencias que permanecen vivas no solamente en la memoria.