Si algo extrañé por mucho tiempo de la cooperativa de la primaria eran las galletas que vendían a dos por un peso. Había de chispas de chocolate o lengüitas de gato espolvoreadas con azúcar glass, de esas que te dejan los dedos llenos de azúcar y no queda más remedio que chuparlos. Años después, uno de tantos días vagando por rumbos cercanos a mi hogar, me topé con un pequeño local, ubicado en Santa Cruz Meyehualco, con una pila enorme de cajas de galletas idénticas a las que se vendían en la primaria. No perdí el tiempo y compré una caja que no duró casi nada. Estas galletas no son para nada grasosas y tienen una textura como esponjosita que se deshace en la boca. Les recomiendo las de chispas de chocolate que son buenísimas, pero por dicen por ahí que las de coco son las que se llevan las palmas-no aseguro nada por que a mi no me gusta para nada el coco-.