Hacienda de Cortés

Nos enamoramos del lugar por sus jardines maravillosos. Nuestra hija de 8 estaba muerta de hambre y aunque la cocina no estaba en servicio aun, los meseros, quienes son muy amables, nos prepararon especialmente un filete de pescado empanizado, una porción de buen tamaño y vasta nos fue traída. El resto pedimos el menú del día de cuaresma. Como primer tiempo fue una sopa de hongos sazonada ricamente con epazote, para seguir con unos deliciosos huazontles. Los huazontles fueron servidos sobre una cama y bañados con un mole rojo, un poco dulce para mi gusto, pero que se llevaba muy bien con el concepto del platillo. La cantidad de mole fue poca, pero sin nosotros pedir nos fue traído un tazón con mas mole. Finalizamos con los postres de los cuales que fueron helado o arroz con leche. La tarde fue maravillosa enmarcada con música ambiental. Al final mi suegra, tan linda como siempre insistió en que ella nos invitaba a todo grupo. Gracias Deb!

En una vieja casona frente a la parroquia de La Conchita en Coyoacán se instala dicho restaurant/​lugar de eventos. Los desayunos son sencillos pero buenos y con precio moderado. Creo que les urge una renovación, podrían tener un buen jardín central pero en su lugar hay una placa de concreto y pasto artificial.

Decadente …
Una hermosa casa con un gran jardin en el privilegiado Coyoacan. Y qué ocurre?
Qué no tiene el mantenimiento necesario. Las sombrillas polvorientas
y manchadas. La jardinería descuidada. Los cubiertos de latón y una cocina tirando a mediocre. La atención del personal eficiente. Podría ser mejor. Pero al final no deseas regresar. Lástima

Lo mejor de este restaurant es el lugar y su ambiente. Barato para la ubicación. Recomiendo probar los postres, en especial el de Rompope

Comida Mexicana tradicional, buena pero hasta ahi, pero ambiente 10% Coyoacan, lindo lindo, bueno para eventos de 100 a 200 personas

Se dice que aquí vivió Hernán Cortés en la época de la conquista, de hecho a esto debe su nombre. Empezó siendo un centro cultural ruso, el cual buscaba el intercambio cultural entre la el establecimiento cultural mexicano y el ruso. Ahora es una buena opción para ir a desayunar o como sede de algún evento en particular (llámese boda, bautizo o primera comunión). El lugar en sí es muy agradable, cuenta con una gran terraza, y la arquitectura es muy atractiva a la vista. Quedan vestigios de su primera intención: dentro del lugar hay una tienda (nada barata por cierto) de artesanías rusas. Los precios están en la media, aunque más tirándole a caro. La comida, en general, es buena, aunque no hay mucha correspondencia con su costo. Eso sí, la atención es excelente, los mesero se asegurarán de que no te falte nada. Cuenta con servicio de estacionamiento, pero podrás dejar tu auto en la calle.

Para mi gusto el lugar es encantador, yo fui invitada a la primera comunión de la nieta de mi amiga hay que lindo todo estuvo muy bien cuidado, elegante, en fin considero que el sitio es muy bello y permite que tu evento luzca con un toque discreto y elegante.
La elección del desayuno fue exquisita disfrute mucho de su delicioso café y su exquisito pan dulce.
La selección de frutas fue de 1era. clase y las crepas exquisitas.
Puedes visitarlos para desayunar o comer es verdaderamente un lugar que no hay que perderse y la inversión no es alta.

La entrada de esta hacienda es un pasillo lleno de plantas y faros de colores que cuelgan de los árboles. La terraza es el mejor lugar para desayunar y de cualquier forma es el único espacio abierto los fines de semana (adentro sólo está en servicio entre semana). Les recomiendo los Huevos Hacienda de Cortés: estrellados sobre una tortilla, jamón, salsa roja y queso gouda gratinado.
La hacienda está llena de color y se suma a la lista de lugares que te hacen sentir fuera de la Ciudad, el cual tiene además un bazar en el primer piso.
Es un lugar enorme que además puedes ocupar para hacer fiestas, primeras comuniones, incluso bodas. Es una haciendo muy tranquila y además está ubicado en una zona muy tranquila y poco frecuentada por los coches, por lo menos en fines de semana. A unos pasos está también el Centro Cultural Elena Garro, un espacio lleno de letras.