Le Petit Resto

Ideal para quedar bien en una primera cita, una vez al mes tienen cena– menú de clásicos franceses.
Moría por probar este lugar, era uno de tantos restaurantes que cuando los buscaba a propósito se me perdían, la razón: esta en una esquina algo escondida por Av. San Antonio.
Estoy recién mudada por la zona así que decidí ir a consentirme. El resultado fue un poco menor al que esperaba, siendo de gustos particulares opté por medallones de filete en salsa de pimienta verde para ver si le hacían competencia a los de El Arlequín. La realidad es que no han desbancado a mi rey, si bien no son malos, la relación costo-​beneficio no resultó maravillosa.
Otro punto que me desencantó un poco fue el tema del vino, sólo tienen un vino de la casa para copeo (esta vez iba sola así que no podía pedir botella) y este era bastante simple.
No obstante el servicio es bastante bueno y sin duda volveré para probar el crême brulee y la Tarte Tatin con un café.

Literalmente a una cuadra de mi casa, este pequeño restaurante está a un costado de la entrada al distribuidor San Antonio y Patriotismo.
No tiene más de 6 mesas y el personal abre la chapa de la puerta cuando llega un cliente. Muy acogedor. Sin duda el proyecto de un expatriado francés que decidió abrir su pequeño restaurante.
La comida es buena. No es ni de cerca uno de los mejores restaurantes franceses de la ciudad pero es sumamente bueno costo-​beneficio. La comida es casera con buen sazón. He ido en dos ocasiones con mi esposa. Lo sentimos un poco inconsistente la segunda vez. Fue mejor el día entre semana (creo que miércoles en la noche) que el domingo en la tarde. Ese día el Chef no era el dueño ni anfitrión. Tal vez esa fue la diferencia.
hemos probado la sopa de cebolla, crema de hongos, filete a la pimienta, crème bruleé, huachinango almendrado, portobelo gratinado. Siempre acompañados de vino.
No es TAN barato. El costo por persona es de alrededor de $ 400 – 500

El chef Jean Louis Raffier es un excelente anfitrión y cocinero. Si quieres una experiencia, házle la plática.

Fue por accidenté llegar a este lugar y sin duda es una gran opción de bistrot, donde se puede probar auténtica comida francesa en un ambiente muy acogedor, con sólo 7 mesas.
La sopa de cebolla es buenísima y pudiera decir que toda la carta. Quizá lo que más me sorprendió fueron unas setas a la mantequilla que estuvieron bárbaras (sólo en temporada).
Vale la pena disfrutar visitarlo, aunque hay que reservar antes o llegar muy temprano.

Hace varios años no lo visito, pero aún así recuerdo con cariño su sopa de cebolla, una de las más ricas que he probado en la ciudad.
Se trata de un pequeño lugar que te hace sentir como un invitado a comer en una pequeña y acogedora casa más que en la mesa de un restaurante. Uno de los más auténticos y mejores restaurantes franceses.

Bön appetit!
Entrar a este restaurante es como llegar de invitado a la casa de un francés. El ambiente es de lo más acogedor, uno se siente en casa, ajena, pero en casa, y lo mejor es que el dueño, que por supuesto es francés y que también es el chef, siempre está ahí, pendiente de los comensales, preguntándoles si les hace falta algo.
El salón cuenta solamente como con siete mesas, que siempre están llenas, y el hecho de que sea un lugar pequeño en el que todos se sientan cerca hace que se genere un ambiente muy especial, respetuoso y cordial.
También me gusta que las sugerencias del día están escritas en un gran pizarrón que el mesero te lleva hasta tu mesa. La comida que prepara este hombre es auténticamente francesa y todo es exquisito. Te recomiendo los mejillones, el filete con salsa roquefort y el crème brûlée de mamey.
Te sugiero que antes de ir hables para reservar tu mesa, pues aunque son pocas, las sobremesas son largas. En días festivos, por lo general, no hay servicio a la carta, sino un menú restringido.
…

Creo que ha sido una de las mejores experiencias que he tenido. Desde hace mucho tienpo me llamaba la atención ese pequeño restaurante en la esquina, frente a la Av. San Antonio.
Por las dimensiones del establecimiento, conviene que se haga reservación. El lugar es, para mi gusto, muy elegante y acogedor, y su decoración es agradable. La carta de vino es muy amplia, y los viernes, por la noche, el lugar está ambientado por acordeonista que toca en vivo.

El Coq Au Vin (pollo al vino) es un sueño y no puedes dejar de probar la tradicional sopa de cebolla de la cocina francesa.
Si lo tuyo es lo dulce, puedes pedir unas crepas o la famosa crème brulée; en verdad, te chuparás los dedos.
Es un restaurante chiquito, pero muy bonito con mobiliario rústico típico francés. El vino, por supuesto, no puede faltar en la mesa y tienen una selecta carta.