Marrakech Salón

Me gusta en pleno centro lo mejor es estar en la terraza sentado y ver pasar la gente.
Buen servicio y bastante económico.
En las noches tiene buen ambiente ya que el salon que hay al fondo lo convierten en pista de baile.

Un lugar divertido, sin tapujos y tanto si eres gay, lesbiana o mujer hetero, te puedes pasar una buena noche bebiendo, oyendo música para bailar (thalia, yuri, grupos de pop de los 90’s, etc) y divirtiéndote con todo lo que pasa ahí, desde los ligues, bailes todo!

Soy de

Sí tu plan es pasarla bien sin poses este es el lugar. En una sola noche podrás bailar con tu peluquera de cabecera al son de Yuri, con el bi que canta las de luismi o con tu boy next door echándote un trago. Totalmente democrático, sí buscas un lugar relajado y con aventuras es la opción.
Pros: el chupe es muy barato y no hay cover.
Contras: últimamente se llena mucho y los baños sucios.

El Marrakech me aburre. Visitarlo una vez es obligatorio. Dos veces, puede resultar entrenido. Pero volver por tercera ocasión es asistir al desencanto entre lentejuelas y tacones altos. Hay quien dice que en el DF los gays se saben divertir más que los bugas y el Marrakech siempre es uno de sus argumentos principales. Nada más falso. Porque la diversión está ligada a la sorpresa y pocas cosas tan soporíferas que una fiesta repetida hasta el hartazgo. Hay una regla que dice que un chiste contado dos veces pierde su gracia. Aquí el soundtrack nunca cambia, cada noche es idéntica: las mismas drag queen de ayer y las mismas locas, mariposas y bujarrones de mañana; los desnudistas y los travestis, invariables. El lugar del eterno dejavú, eso es el Marra.

Espacio de pesadillas, sueños e ilusiones. Abre cuando hay sol y cierra cuando aparece el sol. Es la embajada del glamour, de la pestaña falsa, el maquillaje y las luces néón que se desvanecen al sopor de las cervezas. Los curiosos que se escandalicen del baile en traje de Adán de los adonis en la barra, se echarán a correr. Pero quienes continúen con la noche en el Marra conocerán a las drags que ataviados de sus mejores prendas, entonarán las desgarradoras canciones de Gloria Trevi o Laura León que poco a poco se convertirán en el himno de la resurrección de otra ronda de tragos o una cubeta más de cervezas. Es un sitio para visitar con los amigos y para ir de fiesta de «ambiente», un sitio único que como va, en un futuro se convierte en patrimonio de la humanidad.

En la zona de bares gays del centro se encuentra esta joya de kitsch, hace ya algunos años antes de que estuviera de moda el kitsch los bares y cantinas gays de republica de cuba eran de verdad eran de al gusto y no el kitsch que está ahora en lugares como el Marrakech, pero siempre fueron lugares que me atrajeron mucho, eran los lugares que más ambiente tenían muy cerca de la plaza de Garibaldi donde antes no había ley y uno de verdad podía hacer lo que quisiera y comprar de todo tipo bebidas espirituosas en puestos improvisados para hacer precopeo y después caerle a un bar/​cantina donde el ambiente estaba a tope, poco a poco todo fue cambiando, lugares cerraron, Garibaldi cambió y se convirtió en un lugar de confrontación con la policía, pero eventualmente las cosas se tranquilizaron y nuevos lugares abrieron, siendo el caso del Marra, el cual se convirtió en mi lugar favorito para fiestear.
Los jueves son de 2×1 en chelas, mi día favorito para ir, tiene un tiempo que no voy, pero tuve una racha en la que los jueves eran de Marra, saliendo de trabajar era el mejor lugar para desestresarse, la clave y yo creo que no ha cambiado mucho es llegar temprano, a las 9 o 10pm, llegaba con una amiga dispuestos a tomar y bailar como si no hubiera mañana. Entre las cosas que me gustan mucho de este lugar es que es muy incluyente, se ve de todo tipo de gente, si bien predominan las parejas gay, hay parejas heterosexuales, el amigo heterosexual que se divierte con sus amigas y los que son llevados a la fuerza por sus novias y los amigos gay de las ellas, pero siempre se vive un ambiente muy buena onda.
En mí experiencia entre las 9 y las 11 era el mejor momento, pues no había mucha gente, la barra estaba relativamente vacía y uno podía reposar su chela a gusto y bailar, o bien incluso sentarse un rato a tomar la chela y charlar para despejarse del mood laboral, incluso a veces proyectaban pelis muy locas, bizarras y también clásicas de luchadores. En este lapso de tiempo, el dj ponía lo que quería y a veces alguna petición, pero generalmente sonaban cosas como La roux, Giorgio Moroder, Austra, etc., a eso de las 11 empezaba a llegar la gente y la música iba cambiando hasta terminar siendo totalmente pop de los 90’s e inicio de los 2000 como Madonna, Fobia, Britney Spears, Chemical Brothers, canciones icónicas de esos años, ya a eso de 1am el lugar estaba a reventar, la barra llenísima y difícil de acceder a las chelas, pero a veces estaba bien para tomar un descanso y poder para regresar a bailar hombro a hombro con los demás asistentes a la fiesta, para esas horas ya traíamos la fiesta en el alma, las chelas que habíamos tomado desde las 9 se sentían sentir y todos cantábamos y bailábamos. Los jueves no hay show de imitadores ni striptease (se agradece para uno que no le gusta ver hombres desnudos), pero a veces si competencias de baile, por así decirlo, sobre la barra, definitivamente un show interesante. Finalmente a eso de las 2am que ya sonaban más rolas en español como Fey y Magneto, era hora de emigrar, rolas que a mi amiga y a mí y ya no nos movían y ya más bien queríamos emigrar a otra conocida cantina de la misma calle a buscar una mesa para sentarnos.
Los viernes y sábados hay show de imitadores de reinas de la escena gay como Laura León, Lady Gaga y Ana Gabriel, ya más entrada la noche hay striptease masculino y como se imaginaran el ambiente es más gay, igual me gustaba ir esos días, pero los jueves era más divertido pues era bien barato, chelas de $ 25 al 2×1 y mojitos de $ 30, la música me agradaba más y había un poco menos de gente, por que en sábado esta imposible si se llena demasiado.
Igual no he ido en más de un año, pero he escuchado por amigos que sigue estando igual, para mi este lugar es como especial pues viví muchas cosas y experiencias divertidas en este lugar, conocí gente interesante, tuve platicas y pedas memorables, a veces en jueves me da nostalgia por este lugar.
Es un lugar increíble aún si no son gays, denle la oportunidad y si lo son pues deben saber que este lugar es un must.

Es un chakalito guapo vestido a la manera de la Virgen de Guadalupe. La fotografía es de Valerio Gámez, artista visual. En otras un hombre regordete le enseña las nalgas al ejército; un hombre desnudo tiene marcado con toda clase de jerga homofóbica en el cuerpo. Así es el marrakech.
Las leyes de la física no aplican. Dos o varios cuerpos ocupan el mismo espacio al mismo tiempo, pero no importa. La chela barata nos sumerge en una especia de organismo comunal que baila al ritmo de la mejor música que podría tener un antro de la ciudad. Aquí el aburrido y monótono bit del circuit no existe; en un momento reggaeton y al siguiente ska, cumbias pop: El orden de los factores no afecta el producto. El resultado es un ambiente inigualable libre de los mix horribles de tipos que se creen Djs y movimientos que apenas parecen baile dado el atiborramiento de entes.
Existe un ambiente de erotismo y calor solidificado. El tacto y sobre todo el olfato se agudizan en un espacio apenas más grande que la sala de casa. Pese a todo hay respeto y buena vibra siempre. Una vez me tocó ver pelearse a dos chavas en un charco en la entrada, pero es raro. ése es el sabor de mi tierra, pensé mientras el lodo de la riña salpicaba mis pantalones. Otro wey trata de ligarse a tu pareja, alguien te apachurra la nalga, un par de hombres se suben sin playera a bailar a la barra, pequeñas cosas que le ponen sal y pimienta a este lugar que no puedes dejar de visitar.
Recomiendo los jueves, chela aún más barata, menos gente mientras más temprano. Se liga fácilmente hasta dónde yo se aunque la intención sería más bien de ir a bailar y tomar con los cuates.

Cuando a uno se le ocurre quedar bien con una chica que le gusta mucho, puede terminar descubriendo lugares que nunca pisaría. Ella tenía un amigo gay que un buen día nos invitó al Marra. Personalmente, la música no me volvió loco, como al resto de mis acompañantes; Fey, Jeans, Mercurio, y melodías de ese tono, nunca fueron mi fuerte.
El lugar es bastante grande y antes de media noche ya está lleno y listo para recibir a los imitadores de «divas» mexicanas, yo identifiqué a «La Tesorito». La barra se convierte en pista de baile y el show continua con uno o dos striptease. Y, claro, no podía faltar la decoración, que es un ejemplo ideal del kitsch más festivo. En fin, creo que los precios moderados juegan a su favor.

Sí, el Marra es kitsch, atiborrado, sudoroso, arrabalero, alternativo, divertido, barato, curioso, ruidoso, y demás adjetivos buenos y malos que se le puedan dar.
También es un lugar en el Centro Histórico donde todos caben, así pareciera que no entra ya ni un alfiler, todos son bienvenidos, aunque tengas más de 50 años, seas transexual o «buga», ahí se ve de todo.
Es diferente a los bares de zona rosa en todo su concepto, la música se sale de los típicos éxitos pop y electrónicos, aquí escucharás desde María Daniela y su Sonido Lásser hasta New Order, pasando por Garibaldi y Banda Machos, es como una boda, pero con jóvenes sin camisa bailando en la barra.
La cerveza cuesta $ 30, pero los fines de semana están al 2×1 antes de las 9:30 pm, igualmente los mojitos, en $ 30 antes de ese horario.
El problema: el «Marra» es de esos sitios de los que te puedes volver parroquiano por sus precios y su ambiente, sin embargo, tras ir varias ocasiones seguidas te quedarás estancado en las mismas canciones (¡“Pervert Pop Song” no más por favor!) el mismo dj y la misma gente, por lo que es probable que se vuelva tedioso.
Si es tu caso, dale algunas semanas, date el tiempo de extrañarlo y cuando regreses, la pasarás de lujo.

El Marrakech es una súper opción para salir de fiesta con los amigos cuando les gusta la onda «kitsch». El lugar siempre está a reventar, la música es muy ecléctica, pero normalmente escucharás mucho Pop anglo, pop Nacional y de pronto sonará Laura León, Marissela o alguna canción medio arrabalera.
Es muy divertido en general el concepto ya que pareciera una fiesta en el patio de alguna casa, y puedes encontrar fotografías del «Chicharito» al estilo de taller mecánico.
La gente va a bailar y a divertirse así que no hay ningún peligro de nada, ideal para las niñas que no les gusta que las estén acatarrando en los antros.
Al salir encontrarás un famoso letrero que dice: «Gracias por su preferencia, sexual».

Otra opción a la Zona Rosa para la comunidad gay y lesbiana es la calle de Cuba, en el Centro Histórico y, sin duda, este lugar lleva el estandarte.
Si no perteneces a esta comunidad, no te apures, aquí todos son bienvenidos y bienvenidas. El punto es pasar un buen rato, con éxitos de ayer y hoy a todo volumen, desde los clásicos de la Yuri ochentera hasta la nueva rola de Katy Perry, pasando por los Amigos Invisibles.
Si es un bar, antro, cabaret, no lo sabemos, pero sí sabemos que una vez dentro pasarás un buen rato. Si no te gusta ir a lugares a reventar, mejor ve entre semana, porque viernes y sábado está en su apogeo.
Como sea el caso, la diversión está garantizada. Además, no hay cóver y las cervezas son muy, muy baratas. Los jueves las cervezas cuestan 15 pesos, ¿dónde firmo?

Siempre que uno ya anda «enfiestado», le dan ganas de bailar. Y bueno, ningún sensato me dejará mentir; no se puede encontrar mejor ambiente bailador que con la comunidad homosexual.
Varias veces, ya de regreso hacia metro Bellas Artes, era difícil ignorar las luces néón de color rosa que parecían llamarte a acompañarlas a cantar «Enferma de amor» de Jeans… Y ¿cómo negarse a la nostalgia del primer amor?
Así es como Marrakech Salón, simplemente te atrapa, apelando a tus ganas de cantar a todo pulmón, de bailar todo lo bailable, o simplemente como una alternativa para la comunidad LGBTTI de tener un espacio 100% tolerante.
Este antro gay ubicado en el número 18 de República de Cuba, siempre es, y seguirá siendo, el lugar en el que el ambiente jamás decae y siempre será ideal para seguir la pachanga sin tabúes.