Me pidieron que llevará luces de buso y ahí me tienen como loco por las tiendas de deportes de la ciudad, consiguiendo las mentadas luces. Formaron a los niños a la entrada de un salón y les taparon los ojos con un paliacate. Todos con los ojos vendados avanzábamos hacia adentro mientras la facilitadora nos hacia la crónica de cómo abordamos una nave y nos vamos a hasta el espacio. Dentro del salón nos pidieron quitarnos el paliacate. Habían esprcido el líquido fluorescente y fosforescente en las paredes; en la oscuridad parecían estrellas, se parecía al espacio(así lo recuerdo de la última vez que estuve en plutón, como canta Jaime López). «¡Wow! Estamos en el espacio», afirmaban los niños asombrados, «estamos en otro planeta». Ahí mismo les proyectaron una película de cómo hemos destruido la tierra. Después de eso se volvieron tapar los ojos e hicimos el ficticio viaja hacia la tierra, de regreso. Ecoguardas siempre me evoca esa inocencia de los niños, esa capacidad de aprender y de cuidar el ambiente. Aquella tarde fuimos con niños en situación de calle a conocer ecoguardas. Además de la actividad que les cuento arriba, nos dieron un recorrido por una parte de la reserva del ajusco, entre algunas otras actividades. Ecoguardas también ofrece cursos de horticultura urbana y pueden llevar a grupos o ir en familia.