Plaza Valentín Gómez Farías

Lo más interesante de esta Plaza es lo que albergan las casonas que están al fondo, primero en el número 8, fue el hogar de Irineo Paz, abuelo del escritor Octavio Paz y el día de hoy lo ocupa un convento de monjas, que hacen un rompope delicioso y unos panes deliciosos, solo hay que tocar la puerta y las religiosas le venderán los productos.
Al lado está en el número 12, se encuentra la casa que fuera del ex presidente Valentín Gómez Farías, por ello el nombre de la plaza, hoy es el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, tiene un anfiteatro precioso, yo lo he usado para hacer casting y lo único que deben hacer para solicitarlo es mandar una carta al Instituto, claro háganlo con tiempo de 10 a 12 días, pues no es muy rápida la tramitología, pero vale la pena.
El instituto es reconocido por todo el mundo académico, ya que en su interior se llevan estudios muy especializados de historia y arte.

La calle Augusto Rodin es una de mis favoritas al sur de la ciudad porque conduce a lugares interesantes como la Plaza Agustín Jáuregui, la Casa de Cultura Juan Rulfo, el callejón del Diablo y la plaza situada en la esquina con Irineo Paz, la que lleva el nombre de Valentín Gómez Farías, quien fuera presidente de nuestra nación no una vez, ni 2, mucho menos 3, sino 5 entre 1833 y 1847.
Esta plaza es un ejemplo de esas raras ocasiones en las que el gobierno hace caso a las peticiones de los ciudadanos pero a la vez no, es decir, los vecinos demandaban allá por el 2011 el rescate del espacio y su liberación del ambulantaje que le restaba encanto, pero con ello se fue también el «carácter histórico» del terreno, esto en palabras de la gente.
Sin embargo, ahora se aprecian de mejor manera las jardineras y la fuente, y ya es seguro sentarse en las bancas de piedra a ver pasar la vida cuando no traes preocupaciones.

A esta placita la encontré perdiéndome. Un día caminaba, no sé por qué razón, por el barrio y de repente una callejuela me sacó hasta este remanso de paz (aunque suene imposible estando tan cerca el Eje 7, Patriotismo e Insurgentes). Es un verdadero alivio que lugares como la plaza Valentín Gómez Farías permanezcan casi en el anonimato, pues gracias a ello preserva el aire provinciano del barrio de San Juan. El lugar es pequeño, pero lo suficientemente hermoso como para pasar ahí un buen rato viendo pasar a la gente y los pájaros volar, créanme, no se necesita nada más. El cuadro lo corona la iglesia de San Juan Evangelista, que se encuentra en el costado oriente de la plaza, que le añade una perspectiva verdaderamente pintoresca.

Lo mejor de esta plaza es que está tan escondida que no muchos saben de ella, por eso es una delicia irse a sentar a sus bancas, sobre todo entresemana.
La plaza la constituyen el jardin y la Parroquia de San Juan Evangelista, que está enfrente. Es un lugar pequeño, pero suficientemente hermoso y limpio para cautivar a cualquiera, con todo y que a unos pasos está el Parque Hundido.
Si un día deseas un lugar tranquilo para leer un libro o estar con tus pensamientos, puede ser una excelente opción.

Esta hermosa plaza, en el corazón del viejo barrio de San Juan Mixcoac, ha sido remodelada recientemente a instancias de la Asamblea Legislativa, que etiquetó para ello cinco millones de pesos. El rediseño arquitectónico corrió a cargo de de la Autoridad del Espacio Público del DF, con materiales similares a los utilizados en el remozamiento de la Alameda Central.
Su nombre se lo debe a que en frente vivió el célebre ideólogo liberal Gómez Farías, en la casa que hoy alberga el Instituto Mora de estudios sociales. Junto a ella está un convento que fue la casa del abuelo de Octavio Paz, don Ireneo (no Irineo, como erróneamente pone la nomenclatura de la calle). El valor histórico del sitio es enaltecido por el templo de San Juan Evangelista y Nuestra Señora de Guadalupe, que refiere Paz en alguno de sus poemas. A mediados del siglo pasado por ahí cruzaba el tranvía que llegaba hasta el Centro Histórico.
La plazoleta ha recuperado su encanto y atrae a turistas, después de que por años estuvo invadida por puestos ambulantes y sus jardines muy deteriorados. A la plaza también se le instaló iluminación especial, por lo que en noches templadas se pueden ver pasear de la mano a parejitas de enamorados. En el día, es muy grato sentarse en una de sus bancas a leer, o simplemente para encontrar un momento de tranquilidad citadina contemplando el sonido de los pájaros y su nostálgico ambiente centenario.