Pollería Lupita

¡Pásele! ¡Llévese su pollo fresco! ¿Qué le voy a ofrecer, doña? ¿Cómo estás, compadre? Aquí, pasándola. ¿Qué va a llevar? Muslo, pierna, ala, retazo…
Las manos mueven con destreza las tijeras que cortan, cortan, cortan. Al fondo se escuchan las cumbias que aniquilan el alma; la radio de los corazones rotos. Los chismes taladran al oído curioso: que si la comadre esto, que si la comadre aquello, que si la cuñada, que si el yerno, que si el vecino. Las bolsas de mercado son necesarias para ingresar al club de la pollería Lupita. Primera regla del club de la pollería Lupita es, hablar del club de la pollería Lupita. Segunda regla del club de la pollería Lupita es, hablar del club de la pollería Lupita. Aquí parece estética aunque aquí nada más te puedas encontrar con unas plumitas. Es una fuente de conocimiento ya que puedes aprender de todas las señoras que son clientas frecuentes, sus hazañas con el pollo en las mil y un maneras de cocinarlo. La sonrisa es indispensable en todos los rincones del mundo, y aquí, encontrarás definitivamente una sobre la figura de un especialista en destazar pollos.