Tintorería Clean

Les llevé un pantalón y una chamarra. Nada más. Los dos estaban cubiertos de la consecuencia de mis arcadas. Ni modo. Apestaban, ya que los había olvidado dentro de una bolsa negra de plástico, como un cadáver en descomposición a mitad de la carretera o el bosque. Bueno, llegué y no recibí el trato que me hubiera gustada, ya saben, que nadie se percatara del hediondo olor que destilaban mis prendas; la mirada de regaño «ya ves, por andar de borracho», y los típicos ojos en blanco, la lengua de fuera; ¿Neta?, ¿esto vienes a lavar? Poco me importó, yo sólo quería que alivianaran; lo que muchos desean: que otro se encarga del trabajo sucio, literal. Buen servicio, rápido y sin dificultades. Lo chistoso, que nunca he querido averiguar, es el lavado en seco. Me gusta imaginarme en qué consiste, no corroborar la verdad. Por ejemplo, al principio y creo que sigo manteniendo firme mi aprensión, pensaba que lavaban la ropa con piedras u objetos de plástico, ya saben, «lavado en seco», pero luego fui dando riendo suelta a mis dudas y llegué a la conclusión de que quitaban las manchas con las uñas, así como se oye. Agarraban mancha por mancha y con la uña se aferraban a quitarla sin la intervención del agua. Jajajajaja, eso es lo que yo pienso, porque no quiero que la verdad llegue y destruye mi capacidad de asombro.