Tacos de cochinita, flautas y gorditas.

Los puestos callejeros, ambulantes e itinerantes, son la opción para los de mente errabunda y memoria sedentaria.
No busques dónde acomodar tus asentaderas; la banqueta o el cofre de un coche son los únicos que pueden funcionar. La costumbre es monchear de pie, como los caballos. Llevar la comida grasosa a tus labios grasosos, pasártela y dejar que un poco de ella resbale de las comisuras y se estrelle en tus pantalones o en tus zapatos.
Da brincos como maniático cuando la salsa te perfore la lengua y te atrofie la tragadera. Enchílate a mitad de la calle mientras miras los coches pasar. Deléitate con la cebolla morada; platica con el encargado quien tiene unos chamorros del tamaño de un mastodonte. Abre los ojos; por ahí se pasean muchos luchadores. Abre la boca una y otra vez. No importa si se te meten las moscas. Tanto la cochinita como las flautas y las gorditas, son una maravilla.