Templo de San Juan del Río. Antigua parroquia de indios.

Es quizá la joya menos atendida y más descuidada que conocí en toda mi vista a Puebla. Tiene el atrio más grande de todos los templos e iglesias del Centro Histórico, antiguamente cementerio, el templo ahora es un prado verde cubierto de hierbas y árboles que impiden apreciar por completo la estructura del templo.
El tempo actual se terminó en 1687 pero hubo antecedentes de la construcción en este lugar de ermitas y otros templos desde 1626, cuando originalmente el lugar se concibió para atender a los indígenas tlaxcaltecas que vinieron a construir Puebla. Tuvo varios periodos, construcciones, demoliciones y cambios hasta llegar a lo que podemos ver al entrar.
Tiene una fachada barroca y al interior la decoración es del mismo estilo pero, a diferencia de otras se nota la pátina del tiempo y las cicatrices en la piedra del paso del tiempo. Es poco visitada podría decir que un tesoro desconocido, de ahí que lo alejado de su locación con respecto al centro la hagan un lugar poco atractivo. Agradezco el silencio y la paz del lugar, el ambiente húmedo y oscuro que me remitió al pasado. Deberían de hacerse esfuerzos por su conservación a fin de que los elementos no cobren factura a la construcción.