El Limonero

Un lugar muy acogedor y con una cocina muy dedicada. Es una verdadera sorpresa que este pequeño lugar te ofrezca deliciosas ensaladas y un bien preparado Risotto. Muy recomendable y muy a gusto. Pide también un agua recién preparada

Sin duda alguna, uno de los mejores lugares para ir a comer en Cholula es el Limonero. No solamente son verdaderamente deliciosos todos sus platillos, sino que además el lugar está decorado de una forma tan agradable que dan ganas de quedarse toda la tarde en su hermoso patio. Este espacio está ambientado con plantas, madera, y muchísimos detalles, además de su árbol central que, obviamente, es un limonero.
Prácticamente lo que pidas en este lugar es espectacular. Yo no como mariscos ni carne roja, así que no puedo opinar de esos platillos pero si puedo decir que las expresiones de los rostros que he visto cuando prueban el risotto de tocino, lo dice todo. Por mi parte, las opciones vegetarianas son excelentes, realmente difíciles de superar por cualquier otro restaurante de Cholula.

Este es mi lugar favorito para comer en Cholula. Todo, todo, todo lo que pidan será delicioso, doy mi palabra.
En una terraza adornada por cajones y plantas (que preside, naturalmente, un limonero), los dueños de este lugar atienden a sus muchos clientes. Toda la comida se hace al momento, así que recomiendo ir con tiempo, con paciencia y tal vez hacerse a la idea de echar un par de tragos en lo que esperas que llegue la comida (hacen una caipiriña que está para morirse).
Las entradas son una delicia: carpaccio de res, unos taquitos de camarón con verdura en hoja de arroz o un humus de palmitos son mis favoritos. En los platos fuertes, no hay pierde. Yo suelo pedir algún tipo de risotto (especialmente el de cítricos, que lleva camarón con una salsa algo picante pero deliciosa que, además, es una receta secreta de la tía de uno de los dueños) o un riquísimo cuscús. Aunque también he probado muchos otros platos de la carta y todos son una garantía (las chapatas vienen acompañadas con jitomates con vinagre balsámico y sal de grano y ya nadamás por el acompañamiento valen la pena).
La única desventaja de El Limonero es, como dije, que es algo tardado. He esperado media hora a que llegue mi orden. Pero, yo sé lo que les digo: la espera vale la pena.
Otra cosa: es probable que a la entrada los reciba una preciosa pero neurótica perrita, Romina, que seguramente ladrará con énfasis (la pobre todavía no capta muy bien cuál es su trabajo como hostess): no se asusten. No le gusta la gente, pero no da nada de lata.

El Limonero está entre los mejores lugares para comer en Cholula, qué duda cabe. Competidores: Ocho30, La Berenjena, El Recaudo. Ninguno le llega. Tienen una ecléctica variedad de platos, claro, pero en esa heterogeneidad se encuentra su riqueza: lo mismo hay un cuscús de camarón que un risotto de tocino que un glorioso sashimi de atún –un modesto pero sentido poema a la cocción con ácidos– que unos ricos tacos de camarón con hoja de pescado. Esto es de lo mejor y lo más rico; todo eso que cité –y algunas otras muchas cosas que no– son deliciosas, bien pensadas; pese a que El Limonero tiene unos objetivos bastante mesurados –«Creemos en la calidad y frescura del ingrediente», dicen, aunque el principio no es nada nuevo – , los lleva a cabo con inteligencia y oficio. El lugar, además, es lindísimo: una casa vieja cuyo patio quedó rehabilitado como la parte principal del restaurante; hay huacales y nopalitos y un árbol justo en medio del patio, que además tiene piso de madera. Es un lugar bonito, interesante y rico; yo recomiendo acudir en la tarde, entre semana, para no encontrarlo tan lleno.
Ese es su único defecto: no tienen suficiente personal para las tardes en las que más concurrido está el lugar. No es un pequeño defecto, pero vale la pena. Créanme.

Desde que abrió, el Limonero se convirtió en el lugar favorito de mis amistades. Yo no sé por qué no voy más si cada vez que voy me digo que quiero regresar pronto. Por otro lado, me gusta tener un lugar al que podría ir regularmente pero que reservo sólo para ocasiones especiales.
Los platillos se prestan para compartir y así, aunque he ido pocas veces, he probado casi todo –lo vegetariano– de la carta. No sé cómo explicar la sencillez de la comida más que con un ejemplo. El mosaico de berenjena con queso de cabra es justamente eso: cuadritos de queso de cabra con berenjena. Y así de sencillos son riquísimos. Creo que la maestría de la pareja que atiende este lugar está en la combinación de sus ingredientes. Y en saber cómo armonizarlos con el espacio: un patio decorado a base de material reciclado, con plantas por todos lados y un gran limonero al centro.

Posee una ambientación muy natural utilizando mobiliario con materiales reciclables donde puedes disfrutar de espacios abiertos; este es un lugar en el que puedes encontrar cervezas artesanales, vino de la casa y degustar de una rica comida estilo gourmet con recetas de la casa.
Aquí encontrarás platillos estilo Mediterráneo como risotto, paninis, ensaladas, carpaccio y pastas aderezadas con toques cítricos
El ambiente es agradable, amenizado con música acorde al lugar y cuenta con una galería de arte donde puedes apreciar y comprar arte contemporáneo.