Vine a desayunar con mi mamá que vino de visita y queríamos algo casero y calentito, ya que el clima es un poco frío últimamente, encontramos esté lugar porque en la entrada tienen el menú, el clásico desayuno de huevos, chilaquiles, café o té, realmente entramos porque el lugar es muy cómodo, amplio y bonito. Es un restaurante y en las noches es un bar, lo que lo hace muy interesante y versátil. Es más como para venir a tomar una cerveza y platicar con tus amigos mientras escuchas música de todo tipo, desde banda, rock hasta Juan Gabriel, lo mismo si vienes a desayunar, aunque el ruido es moderado. El desayuno nos costó $ 50.00, estuvo bien servido, pero nada impresionante, cabe destacar que el servicio fue bastante rápido y la atención muy amable. Está en una de las calles más concurridas del centro, si buscas un lugar para desayunar y después caminar para llegar al jardín, aquí esta perfecto.