Ciertamente una espera algo más al ir a un sitio de supuesto renombre como este, pero se ve que sólo saben cocinar los fines de semana o que en un esfuerzo por ahorrar en tiempo de crisis también ahorran en calidad, ya que no es de lógica que en un restaurante de pueblo en canarias te sirvan un potaje ácido como la batería de un coche, admitiendo que es del día anterior aunque pareciéndolo del pasado mes, o un cerdo en adobo exento de jugosidad y seco como un desierto o un solomillo a la casera con mucho aceite, poca casa y menos champiñones. Finalmente aunque el servicio en sí intento ser amable, la excusa de presentar unas patatas fritas, tan crudas que parecían cocidas, diciendo«es que son nuevas y parecen crudas pero están bien fritas» no es aceptable cuando te facturan hasta el respirar. Una completa decepción, casi mejor esperar a llegar a casa que parar aquí.