Terminé en este bar de casualidad buscando un sitio donde desayunar mirando al mar un miércoles en pleno mes de diciembre cuando la mayoría de locales están cerrados por la falta de turistas. El local está muy bien montado y tienen una pequeña terraza donde poder sentarte a tomar algo mirando la playa y disfrutando de las vistas. El servicio es muy amable y sin apenas mediar palabra te atienden con una sonrisa haciéndote sentir como en casa. Por lo que me comentó una de las personas que me atendieron, el dueño del local está a punto de abrir su tercer local en la ciudad, se ve que les debe estar funcionando bien y no me extraña lo más mínimo con lo bien que me sentí después de desayunar con aquellas vistas.