Ateneo de Madrid

No conocía el Ateneo y hace unos días tuve la oportunidad de visitarlo gracias a que celebraron la presentación de una serie: The Magicians. La verdad es que quedé alucinado con el edificio que me pareció una pasada. Los detalles decorativos de las columnas de hierro forjado, los cuadros clásicos y los de arte contemporáneo, las lámparas, las mesas. Todo me pareció súper llamativo y muy bonito. Cuando entramos al auditorio a ver un espectáculo de magia y el episodio me quedé aún más sorprendido. Me recordó al del Colegio de Médicos, que también está cerca y es otra pasada. Los asientos eran muy cómodos y los techos tenían un mural increíble. Más tarde había un cóctel en la cafetería del Ateneo y también quedamos gratamente sorprendidos por la decoración del local, otra maravilla. No sé si se podrá entrar a tomar algo en un día cualquiera pero cuando pase por ahí lo intentaré porque me pareció un lugar completamente digno de ver y de enseñar.

Es curioso cómo el Ateneo intenta seguir siendo relevante en el panorama cultural madrileño. En su salón de actos se hacen todo tipo de eventos (el último al que yo he ido, un preestreno de la serie The Magicians, de Syfy, aprovechando su lado un poco Hogwarts), y el edificio es bonito y está lleno de historia, pero le cuesta conectar con las nuevas generaciones. Eso intenta hacerlo a través de una cafetería totalmente renovada, con una decoración cercana a la de los locales más modernos de Huertas, y con una escalera de caracol que conecta el lado decimonónico de la planta de arriba con la modernez del siglo XXI de la de abajo.

Dos compañeros me llevaron al Ateneo a tomar un vino, un sitio en el que jamás habría entrado de otra forma. Sí que es cierto que la cafetería, cuando llegas ahí, es un sitio tranquilo, tiene mesas grandes y wifi.
Vamos, que se puede estar ahí un rato tranquilamente con un vinito.

Edifico emblemático y vinculado a muchas de las actividades culturales de la ciudad, conferencias, proyecciones… No te pierdas el salón de actos principal, decorado con frescos realmente llamativos.

Uno de mis edificios favoritos de Madrid, principalmente porque por dentro es una auténtica pasada. Como dicen en otro comentario, entrar por la puerta del Ateneo es, básicamente, transportarse en el tiempo, con todos esos retratos de personas destacadas del mundo cultural.
El Ateneo a día de hoy sigue teniendo actos variados, aunque no es más que un mero reflejo de lo que fue en otro momento, en el que gozaba de otro tipo de esplendor. Sin embargo, hay algo que me gusta sobremanera: lejos de contentarse, los responsables siguen organizando eventos en ese salón con butacas rojas de terciopelo, y donde muchas veces te sorprendes con la programación, bastante vanguardista para un espacio y una institución tan vetusta. Yo, la primera vez que puse un pie en este lugar, fue para ver una película de Bruce LaBruce. Casi nada.

Es un imprescindible de la buena cultura desde 1835. Es muy alucinante porque en el techo y las paredes tienen los saberes ilustrados y las civilizaciones de donde venimos nosotros y unas paredes llenas de retratos de gente ilustrada, entre ellos Emilia Pardo Bazan cuya presencia mi me fascina y me causa guasa al mismo tiempo. Aquí he visto las presentaciones de libro más bonitas, y tienen programación casi a diario, un café y sitio para leer y debatir.
Es un reducto del buen hacer y de encuentro de los buenos ciudadanos, a mí me parece.

El viaje en el tiempo es (tristemente) posible. Entrar en el Ateneo es como hacer una visita al final del siglo XIX o al principio del XX y sentirse capaz de entender algo de lo que pasa en el mundo (porque el mundo era mucho más sencillo). Digo tristemente porque lo que debería ser una institución que fuera al día con el pensamiento más avanzado a uno le da la impresión de que a este ateneo algún desalmado le ha robado cuarenta o cincuenta años de vida. A ver si hay suerte y de repente se pone de moda lo cultural en vez de lo cultureta y alguien saca provecho a una infraestructura y una Historia con tan buenas credenciales. Yo particularmente recomiendo su cafetería, apta para todo tipo de reuniones y conciliábulos y, si lo que os van son las emociones fuertes, que acudáis a las clases magistrales de Agustín García Calvo. Un soliloquio que no se sabe de dónde (cuándo) viene ni hasta cuándo (dónde) llegará, pero que te da seguro un par de horas de desembrutecimiento total.

Éste es un sitio que frecuento a menudo. Para su definición, creo que lo mejor será extractar directamente de su propia página: «Sociedad científica, literaria y artística. Se propone difundir las ciencias, las letras y las artes por todos los medios adecuados, y favorecer, dentro de su seno, el desarrollo de Agrupaciones que se propongan realizar la investigación científica y el cultivo de las artes y de las letras.». Añadiré que fue fundado en 1835, así que estamos ante uno de esos lugares madrileños con abundante historia e historias.
Aspectos que yo destacaría sobre el Ateneo: que mantiene una interesante programación cultural, diaria o casi diaria, abierta al público; que su enorme biblioteca, distribuida en cuatro salas, es una maravilla; que cuenta con estancias y zonas (por ejemplo los sillones de al lado del salón de actos) donde puedes reunirte con amigos y/​o compañeros para charlar amigablemente o discutir proyectos con gran comodidad (ayer yo lo hice)… Y que si eres observador/​a, descubrirás uno de mis rincones favoritos, pura historia viva: la «puerta secreta» que daba acceso al pasadizo (hoy condenado) que unía el Ateneo con el cercano Congreso de los Diputados, para que los ateneístas con escaño pudieran pasar de un edificio a otro sin pisar la calle.

Surprenant ! Harry potter à l’espagnole !
L’atmosphère d’Harry Potter en Espagne, je suis tombée par hasard sur ce lieu, au détour d’une promenade inopinée dans ce quartier de madrid. Un lieu normalement privé mais on m’a gentiment laissé rentrer pour entrapercevoir, cette série de salons style «club anglais masculin», et le plus fascinant, les portraits en peinture de tous les directeurs au mur depuis environ 200 ans. Avec en fond une douce musique qui provenait des étages, un lieu magique et hors du temps !