Bombay Palace

Pocas veces he cenado tan a disgusto en un sitio. Fui con unos amigos a cenar para celebrar un cumpleaños y salimos de allí cabreados y decepcionados.
El servicio deja todo que desear, los camareros son lentos, las comandas no salen… Hubo un momento en el que ninguna mesa del restaurante estaba servida. La explicación a la tardanza la solucionaron con «ahora sale, ahora sale» y como unos 45 minutos entre que comimos los entrantes y los primeros. Además los camareros son bastante secos y parcos en palabras.
Por otro lado, la carta es normalita muy en la media y sin grandes alardes. Las raciones en la misma línea, tampoco sales del restaurante rodando. Y la cuenta, para lo que es el sitio y cómo nos atendieron es muy caro.
La decoración tampoco dice nada, entre un burger, un kebab… Solucionado con un par de celosías y lamparías de aceite en la pared (apagadas por supuesto).
Conclusión, para cenar hindú hay que ir a lavapies…

Actualmente, el único restaurante hindú del barrio de Justicia. Si quieres una opción más amplia tienes que desplazarte a Lavapies, pero si prefieres conocer este restaurante, no te defraudará.
Me gusta su menú diario, es muy completo y las raciones son abundantes. El precio es para todos los bolsillos: 12,95 (bebida incluída). Los entrantes son variados: pakora de verduras, onion bahii, samosas, ensalada… De segundo tienes multitud de platos con pollo, cordero o legumbres, con distintos niveles de picante para no llevarte una sorpresa. Para acompañar tienes cuatro arroces distintos y varios tipos de pan (el cheese nan es excepcional).
Si prefieres tirar de carta los platos suben un poco de precio, pero también la cantidad. Es una buena opción para grupos y para compartir platos.
Recomendable.

Había ganas de comida india, y como no había presupuesto para opciones mucho más decentes (léase, Tandoori Station, best hindú de Madrid), nos tiramos al palo de lo más cutre que encontramos en El Tenedor.
Así que el sábado por la noche aparecimos en Bombay Palace con ganas de comer un curry picantito y unas samosas. El local pues… muchos puntos suspensivos, bastante feillo, con manteles de papel y un frío que supongo que haría que en las mesas de la entrada se estuviera celebrando la comunión de Pingu por lo menos. Pero, sin duda, lo peor de todo es que con tanto plato tandoori (ese plato que sale del horno chisporroteando y echando humo) y una mala ventilación, el olor a comida india me duró 2 días en el pelo y 3 en la ropa.
Tras la elección por carta (tienen un menú «degustación» hasta para por las noches de fin de semana, que creo que son 12,95 €), tardaron en traer la comida como media hora. Menos mal que estaba en buena compañía y se me pasó rapidito pero son lentos hasta decir basta.
Las samosas pues psh psha, mucho mejores las vegetarianas que las de carne. Como teníamos ganas de picante, pedimos un curry de cordero «Madrás», que estaba picantito sin exagerar pero en una ración bastante justa, por no decir corta. El tandoori de pollo simplemente correcto y también algo escasito de comida.
Vamos, que en general yo diría que es un indio «de batalla» para salir del paso y que si no hubiese ido con un descuento, me hubiera parecido muy caro para lo que es.

Okay. So being an American who had never eaten Indian food in Spain before I didn’t know what to expect from this place. I still don’t know if it’s fair to compare this place to the Indian restaurants I know from New York and LA. But if you are American this review will probably help you. The best way I can describe the food is if they made microwaveable Indian for for children. The veggie korma tasted like a perverted sweet version of Mac and Cheese.

Es muy probable que, si no la favorita, la comida india sí sea una de mis favoritas. Se trata sin duda de una experiencia diferente, que combina en muchas ocasiones lo visual con el placer de comer. Y es que si hay algo que destaca de la comida india eso son los colores, que se consiguen a base de especiar las comidas al máximo (bueno, e incluso a veces a base de echarle colorante, pero eso en los peores restaurantes).
En este sentido, el Bombay Palace se ha convertido en uno de mis favoritos en Madrid. Aunque está algo fuera del circuito tradicional indio (en la Calle de Barbieri, en Chueca, cuando la mayoría de los indios se encuentran en Lavapiés), merece mucho la pena visitar el restaurante. Primero por la atención, porque los camareros son absolutamente maravillosos: atentos, simpáticos, saben recomendarte cuando les haces alguna pregunta… Segundo, porque tienen menús nocturnos para dos personas, uno especial de 27 euros y otro degustación por 37.
En tercer lugar, la comida está buenísima. La última vez que fui, el Naan de queso no estaba todo lo bueno que suele estar, pero es de lo poco que tengo que criticarles. El resto estuvo fantástico. Y mención aparte merecen los platos, que son lo suficientemente grandes como para salir bien satisfecho. De precio es ligeramente caro, pero tampoco en demasía. Absolutamente recomendable.