Da Cuchuffo

Sí, el camarero argentino aquel. …Va por él. Pues eso, que pasábamos un día por allí tras una peli en los Gollem y dimos con un sitio que prácticamente le acababan de abrir, y entramos muertitas de hambre, una amiga y yo. Este viernes lo recordé al preguntarme por un ítalo-​argentino una compi de trabajo, creo que la recomendé al camarero más que el restaurante, aunque los platos no están nada mal. Recomendables las berenjenas y las pizzas, y como no la milanesa napolitana, que a mí siempre entre el camarero latino y el nombre de la carne me hacían creer que era un restaurante argentino más que italiano, pues como muchos sabéis la milanesa es un plato típico mexicano. Los postres están bien, aunque estando cerca de Conde Duque, es más recomendable el Jardín Secreto y sus deliciosas infusiones y tartas, brownies…

Amiga Andrea, probablemente si el camarero no hubiese sido un guapo argentino no os hubiese hecho tanta gracia que se le cayera 3 veces la pizarra con el menú… aunque es verdad que son amables, ellas y ellos, unos más guapos que otros.
Su cocina italo-​argentina es aceptable: a destacar las ricas ensaladas, la pasta fresca rellena de mil cosas, desde ciervo a manzana, que te sirven con la salsa que tú elijas y las carnes argentinas.
Respecto a los vinos, tienen bastante variedad de argentinos y algunos españoles a buen precio, pero para nuestra sorpresa, cuando pedimos consejo para probar uno argentino «bueno, bonito y barato», el propietario nos ofreció un chileno de Tierra de Fuego que no estaba en la carta.
Y ahora me paro, me quito el sombrero y me inclino en reverencia para hablar de un postre, casero como todos los que ofrecen: La tarta de queso con dulce de leche es la bomba! Además nos pudo la gula (o la indecisión) a la hora de elegir entre esta tarta y el helado de dulce de leche y amablemente nos pusieron la tarta con una bola del helado que consiguió que aquello entrara mejor. Quizá sea la combinación definitiva, pero reconozco que soy adicto al dulde de leche, cuando estuve en argentina lo tomaba hasta para desayunar.
En conjunto todo bastante correcto pero, por favor, por favor, por favor, que bajen el volumen de la música!

Pasaba con mi hermana Lara por ahí y decidimos entrar. Bueno, no fue así exactamente, ella ya había estado y quería repetir, así que me llevó. A mí, que no me apetecía nada un Italiano convencional me dejé arrastrar dispuesta a decir no en cuanto llegásemos a la puerta.
El caso es que entramos porque desde fuera tenía muy buena pinta. Un argentino (guapísimo por cierto) nos sentó en una mesita cerca de la ventana.
La manera de enseñarnos la carta fue muy divertida; el camarero argentino nos acercó una pizarrita con toda la carta escrita. Se le cayó como cuatro veces pero nos reímos mucho.
Nos recomendó una ensalada con queso de cabra, canónigos y tomate. Muy rica. De segundo pedí una pizza de champiñones y bacon y mi hermana una pasta fresca rellena de lombarda. Todo estaba para chuparse los dedos, y de precio genial.
Yo me he quedado con ganas de volver para probar el resto de platos, porque eran muy originales y la pinta que tenían (lo sé porque cotilleé el resto de las mesas) era estupenda.
Al irnos le dejamos el número de teléfono al argentino en la cuenta. Nunca nos llamó, jo!