Resulta que ayer compramos una planta y teníamos tiesto y abono pero no sustrato para trasplantarla, así que he elegido esta entre las dos tiendas de plantas que tengo cerca de casa porque no conocía ninguna de ellas y me pillaba más a mano. Lo primero que he percibido en el local nada más entrar es la cercanía de la persona que te atiende; una cercanía muy agradable si no fuera porque se ha permitido hacerme una serie de comentarios sociopolíticos muy poco afortunados y que no eran lo que yo quería comprar. Total, que me he llevado el sustrato y una arenga. Lo mejor de todo es que a la hora de pagar no tenía cambio para darme y ha tenido que ir a pedirlo a un local de los que, aparentemente, son sus enemigos sociopolíticos jurados; se conoce que el vil dinero nos pone a todos a la misma altura.