Mi Madre era una Groupie

Es complicado encontrar sitios como éste en la zona en la que está, supongo que justamente por eso a los que nos gusta este rollo lo agradecemos tanto. Pachanga 0, sólo rock y pop de varios estilos y épocas… nada demasiado añejo, ojo, lo cual yo personalmente agradezco.
Si podéis enganchar a algún relaciones públicas por la zona de Sol y aledaños mejor, si no está complicadillo llegar (yo nunca lo he conseguido sin guía, aunque también es verdad que mi orientación es nula), además de que fijo que os da algún descuento.
La única pega importante que yo le pondría es el horario… a las 3:00/3:30 h fuera! Precisamente por la zona en la que está… perfecto no podía ser :)

ADORO este sitio. Amplio, cómodo, casi vacío a la hora en que llegamos, lo que nos permite tomarlo al asalto y ocupar las mejores zonas, bien atendido y, de remate la música: rock, punk, pop… años 70, 80, 90…
Como nota final, al hacer mi checkin me gané un descuento así que mi segunda desperado me supo deliciosa

Suelo salir por este garito y voy a contar de que va este rollito:
«Mi madre era una Groupie» o ese sitio que, si vas un poco ebrio, tienes que buscar un relaciones públicas para que te muestre el camino porque está situado entre un enrevesado entramado de calles de la zona de Huertas que ríete tu del laberinto del Resplandor.
Es un garito con música rock de los 90s mezclada de vez en cuando con música indie actual (depende de quien esté). Tiene una TV que al verla se te cae la lagrimita nostálgica ya que cuenta con una consola de juegos retro en bucle, como por ejemplo, el de Sonic. También tienen una recreativa que la usamos para dejar los abrigos.
Tiene dos plantas, la de abajo tiene también barra pero solo la abren cuando hay fiestas grandes tipo Jagermeister (esto si que sé escribirlo a la primera). También tiene un sofá arriba pero no es muy recomendable sentarse o te puedes quedar ahí para siempre.
Respecto a la gente puedo decir que yo soy uno de los más asiduos del local así que imagínate que te puedes encontrar. Yo me lo paso en grande, es como un gran foro romano de gente de entre 25 y 40 años bebiendo gintonics y bailando arrítmicamente con grandes aspavientos a cual más original.
El precio de las bebidas es bastante económico: los jueves todo vale 5 €, el resto de días que abre cuesta 5 € nacional y 6 € importación. Pidas lo que pidas hay días que los dueños acaban de venir de la bodega y duermes fenomenal, y otros que toca garrafón y te acuestas como si tuvieras un gremlin dentro. Los tercios de cerveza creo que empezaban en 3,50 € en adelante.
En resumen, me encanta venir a este sitio pese al garrafón de vez en cuando.
PROS: La gente que acude al garito suele ser gente majerrima.
CONTRAS: Hay a veces que hay garrafón así que ármate de omeprazol y al toro.

Es un garito que engaña un poco. Por fuera pensaba que iba a ser muy pequeño pero la verdad que es bastante amplio, con dos plantas.
Pega más por Malasaña que en Huertas.
La música es Indie-​rock y la edad es de 27 a 40 aproximadamente.
Las bebidas iban de 7 euros la copa a 4 la cerveza.
¡Creo que volveré a repetir!

La primera vez que fui entramos sin saber muy bien, gracias al relaciones que nos encontramos en la calle (hizo bien su trabajo…) y fue todo un hallazgo. Esto me ha hecho repetir en más ocasiones cuando he estado por Madrid.
Lo malo quizás es que las copas se deben dejar dentro si quieres salir a echarte un piti, o a acompañar a quien quiera fumar… y aunque sé que esto es política en muchos locales, no soy muy amiga de dejar mi copa a su suerte…
A parte de esto, dada su situación sin duda una de las mejores opciones, ya que poco tiene que ver con el estilo de la zona.
Mi consejo quizás es hacerte con un par de flyers si encuentras a los relaciones que andan por las calles de alrededor, te puedes hacer con unos chupitos ideales que seguro que te ayudan a empezar la noche, ¡genial después de ir de pinchitos!

Creo que es el único bar de la zona de Huertas que no está lleno de ‘guiris’. Con un nombre que engancha desde el principio, Mi madre era una groupie se convierte en un habitual de la noche madrileña. Con música de diez y un ambiente en el que el buen rollo se respira en todas las partes del garito.
Es un plan ideal tanto si vas con tu grupo de amigos como si vas en pareja. Suele haber bastante gente, más en las zonas de las barras que en la pista pero nunca termina por ser agobiante. Además no hay que pagar entrada.
Después de leer esto, ¿cuándo dices que te vas a pasar por mi madre era una grupie?

Pese a encontrarse en una zona de pachanga y mucho turista, este local ha sabido resaltar como gran excepción. Dos plantas llenas de The Strokes, Placebo y Muse y una decoración dedicada a la figura de la groupie que le da ese ambiente entre moderno y decadente que parece gustar a los menos duchos en música. Copas a precio de copas pero servidas por unas camareras tan guapas que no molesta que se hayan equivocado en las vueltas, incluso a nosotras. Una gran desventaja es que casi hay que sortear un laberinto para llegar, pero por eso siempre hay un –en otras ocasiones temido– relaciones públicas que te interceptará en la calle huertas y te llevará hasta este templo del indie con un chupito bajo el brazo. Cierra sobre las 4, son bastante estrictos con los perezosos en salir.

Entre la literaria calle de Huertas y la empinada calle de Atocha se encuentra este garito con nombre, cuando menos, curioso. Descubrí este bar gracias a un amigo originario de León pero con ocho años ya en Madrid (hay qué ver que tengan que venir de fuera a enseñarme sitios molones).
Lo cierto es que no me esperaba un bar así en plena zona de Huertas, normalmente frecuentada por guiris borrachos sedientos de pachanga. Así que fue una grata sorpresa descubrir este remanso de, llamémosle, música alternativa. Desde entonces, siempre que me pilla de paso, voy por allí a alegrar mis oídos, y es que en «Mi madre era una groupie» ponen básicos clásicos que todo el mundo debería conocer: desde el Smell like teen spirirt de Nirvana hasta el bailongo Jump around de House of Pain. Rock, britpop, indie, oldies… Y todo esto repartido en dos salas diferentes, ya que el local cuenta con dos plantas.
Otros puntos a su favor son que no hay que pagar entrada y, por qué no, que para ser un garito, los baños suelen estar presentables, hecho que es de agradecer. Los precios van desde los 3 € por un refresco hasta los 1 0 € por dos copas con flyer, que reparten a la entrada (9 € antes de la medianoche). Eso sí, me pregunto dónde comprarán el zumo de piña: la última vez que estuve allí me pusieron uno que tenía gas, y esto no sería un problema si me gustasen las bebidas con gas, pero no es así… Por suerte, la camarera accedió a cambiármelo por uno de naranja.
En resumen, «Mi madre era una groupie» es un gran sitio al que ir después de las cañitas y antes de ir a darlo todísimo. Sin duda, lo recomiendo.

Situado en la zona de Huertas, encontramos este sitio de estilo retro, con dos plantas, dedicado a los amantes de los clásicos del rock, del indie y del pop de los 80′, 90′ y actuales. Un ambiente ameno, divertido, con ambiente divertido y copas economicas.