Parque de La Cornisa

Podría estar genial porque además no hay muchos parques por la zona, pero en mi opinión le falta bastante limpieza, dejé de ir a pasear con mi perro porque estoy harta de encontrarme porquería, ayudaría mucho a mejorar que la gente recogiera los regalitos de sus mascotas.

No sabía ni lo de las hogueras, ni nada de eso. Lo que tenía claro es que es una gozada para soltar al perrete. No hay niños, ni gente comiendo, y tampoco va la policía.
Yo lo descubrí porque me lo recomendaron, y me dijeron que era genial. No se equivocaron. Aunque la primera vez la que lo hice fui yo. Porque subí a una cosa que se llama «dalieda», que está más seca que la mojama, y lo vi allí abajo, y estuve a punto de tirarme yo. El Keko, ni te cuento.

Si no te has podido ir de Madrid en San Juan, aquí se celebran hogueras y es una opción genial. Está absolutamente a reventar pero siempre te da para saltar el fuego varias veces.
Cualquier día de paseo es también divino.

Es uno de los parques más bonitos de Madrid, y a pesar de estar catalogado como B.I.P (bien de interés protegido), su ubicación tras la iglesia de San Francisco el Grande lo hace pasar desapercibido para muchos madrileños.
Durante unos diez años ha estado en peligro. El Ayuntamiento y el Arzobispado de Madrid modificaron el plan general de ordenación urbana para poder construir «el pequeño vaticano». Un proyecto especulativo que hubiese eliminado dos hectáreas de terreno actualmente ajardinado y en cuyo lugar se habría construido una residencia de sacerdotes, la biblioteca diocesana, un mamotreco de edificio con 140 metros de fachada y 1.400 metros cuadrados de superficie, cuatro plantas y, como no, un aparcamiento de 200 plazas
Afortunadamente los vecinos ganaron el litigio y el parque no se toca. Está junto a mi casa y me encanta por su situación, en una de las terrazas geológicas más importantes de Madrid. Desde aquí Goya pintó las vistas de su cuadro La Pradera de San Isidro.
En primavera suelo hacer picnic con mis amigos, en plan campiña inglesa. Llevamos mantel de tela, copas de cristal y cada uno trae algo de comida.
Nunca falto la Noche de San Juan. Es uno de los lugares del centro de Madrid (no sé si hay más) donde se queman maderas para saltar las hogueras, arrojar al fuego aquello que quieres que desaparezca de tu vida y pedir tres deseos para que las cosas vayan mejor que hasta antes de la quema.