Éste es uno de los puestos del Mercado de Chamartín que me ha enamorado. Soy fan. Definitivamente. Me dan ganas hasta de, en plan película de Tarantino, tirarme al expositor en forma de grapa. Está tan bien presentado que, hasta la carne que no solía comprar se me antoja. Buey, cerdo, ternera, cordero… De todas las formas y colores. Al natural o preparado en salchichas, butifarras, carpaccio, empanado… La delicia de solter@s y casad@s. Me gustan hasta los dependientes, y no porque me regalan huesitos de los de «pata negra» cuando pongo ojitos de cordero degollado(literal) para el caldito, sino porque me explican todo lo que les pregunto sobre cada pieza de carne, que desde mi ignorancia sana en despieces, no es poco. A veces hay un cartel con la foto de un buey, sonriente, con su nombre y todo, del que venden por encargo la carne. Me explico: «Titán», gallego, de tantos kilos y tantos años, aún quedan 1.000 hamburguesas y 5 chuletas. Quizá a algunos les de pena, pero para mí que somos más los que pensamos que es muestra de calidad y confianza. Si sois madrugadores os recomiendo que vayáis a primera hora, porque a eso de las doce hay patadas. Y eso es porque somos muchos los que pensamos que merece la pena gastar un poco más por una calidad insuperable. Os recomiendo la cinta adobada de cerdo de la raza«duroc».