Taberna del Marqués

A pesar del nombre de rancio abolengo, es un local más bien chiquitito, con una barra en la que cabrán unas 10 o 12 personas y un par de mesas para 4 personas (o 6 muy apretadas), más lo que el tiempo permita que saquen fuera, que no es mucho. El personal es bastante agradable, incluso aunque el público sea inconveniente (y esto lo aprecié yo con una salida de tono de una clienta sin mala intención), pero se queda un poco escaso a la hora punta del vermú y la caña del domingo, lo que da lugar a algunos errores menores de esos que dejas pasar porque no van a ninguna parte.
Lo que más me gustó, aunque tampoco probé demasiadas cosas, fue su tortilla de patata: muy bien hecha por fuera sin estar quemada, pero poco hecha por dentro sin resultar babosa. Es un punto complicado de darle a una tortilla, pero dicen los habituales del lugar que les sale así siempre.
Adecuado para un ratito y abrir boca con sus generosos aperitivos, aunque no podría juzgar realmente su desempeño a la hora de inflarte a raciones.