Punto Criollo

Un servidor no conocía lo que eran las «arepas», de hecho, cuando me dijeron de probarlas, miré con escepticismo a mi acompañante cuando me explicó lo que eran. Sin embargo, allí fuímos.
El local discrepa de todo lo que se vería en «Masterchef». Se trata de un caserón antiguo, de los de madera y piedra. A la derecha: cuatro o cinco mesas y, a la izquierda, una barra kilométrica abarrotada de gente acechando que alguna mesa se quedase libre.
Como el camarero nos vio con cara de nuevos en la isla, en seguida nos preguntó si queríamos tomar algo. A priori, la mezcla de combinaciones me chocaba a la vista, pero decidí empezar con dos arepas y con ingredientes que conocía.
La arepa: riquísima. Un sabor muy bueno para un plato sencillo, hecho con ingredientes, que más tarde me contaría el cocinero, casero. Así que después de terminar con la primera tanda, me aventuré con algunas que contenían ingredientes como el almogrote — un queso riquísimo -.
La amabilidad del personal no tiene valoración ya que fue de sobresaliente. No comí más porque para cenar es una propuesta fuerte, pero el precio y la calidad no puede ser mejor.
Sin duda, el mejor lugar donde comer arepas. La única prga: que no sea más grande el local. Aun así, parada obligada.