Tras mucho andar, dimos con esta taberna que, a priori, logró convencernos. El camarero nos recibió en la puerta. La verdad que el servicio fue de lo mejor: rápidos y eficientes, ademàs de muy amables. El sitio no tenía nada en especial en cuanto a decoración. Llegó la hora de comer… Lo mejor, tenían, aún siendo sábado, menú de noche: primero, segundo, bebida, pan y postre por 15 €. Pedimos parrillada de verduras(riquísimas) y entrecot de segundo, que tuvimos que pedir que nos lo pasaran un poco más. Además, alitas de pollo a la barbacoa y un pincho de croqueta de calamares en su tinta. Ambos buenos, pero me quedo con las alitas. Todo acompañado de botella de vino y un refresco, por 28’60 €. Nada mal. No se si los bares de alrededor serán o no mejor opción. Pero esta taberna es una buena apuesta.
Augusto G.
Rating des Ortes: 1 Sevilla
Sé que se han tenido que alienar todos los astros del universo y tuve la peor de las suertes. Y eso que venía recomendado, pero todo salió mal. Paladar y Tomar es mi única experiencia gastronómica fallida en Santander. Como he comentado mi anfitriona en Santander nos hizo hincapié en ir a este sitio, así que ni lo dudamos y nos presentamos un día a comer. Eso sí, no contábamos con encontrarnos a uno de los peores camareros con los que he tenido que lidiar en mi vida. Se nota que no le gustaba su trabajo y lo dejaba meridianamente claro cada vez que teníamos que interactuar con él. Lo tenía todo malo, el aspecto, su carácter, su actitud, en fin, todo. No os voy a dar más detalles, imaginaros todo lo que no os gusta que os pase en un sitio al que vas de comer, pues todo eso nos pasó. El local no tiene nada especial. Es estrecho, con una barra no muy grande, y varias mesas en el interior. Fuera tiene varios veladores de pie. La comida no estaba mal, pero ni de lejos se asemejaba al resto de los lugares en lo que he comido en Cantabria. Ha sido la peor comida con diferencia, bueno, no la peor, la única mala. En el resto de sitios hemos comido estupendamente, salvo aquí. Lo dicho, todo lo que podía salir mal, en esta ocasión salió. Aunque lo ponga al final, también había algo positivo, el camarero que estaba en la barra es un chaval fabuloso. Lástima que no sea el que atienda en las mesas, lástima. Como apunte adicional, decir que mi anfitriona me comentó que el dueño va a traspasar el negocio y que ella también había tenido problemas con el mismo camarero. Hecho que me dejó más tranquilo, porque pensaba que el tipo me había cogido manía u ojeriza. Como es lógico, ni volvería, ni lo recomendaría a nadie. Pero ya sabéis como es esto, cada uno tiene sus propias vivencias y quizás otros tengan más suerte aquí. Un saludo.