He de decir que el propósito de mi familia al acercarnos por los Bermejales era ir a una buena marisquería que había al lado peeero que estaba cerrada así que acabamos aquí. El sitio es espacioso con mesas en interior y un enorme espacio al aire libre. Tenia unos toldos cuya sombra en verano de seguro es el cobijo perfecto, pero que un 6 de enero, en pleno invierno, que estuvieran puestas… bueno, no hay más que decir. Luego aunque comprendo una cierta lentitud por parte del servicio en atendernos(había mucha gente) la verdad es que el camarero que nos tocó estaba un tanto empanado; por ejemplo, se demoró en traer las bebidas y se le olvido la mía, y cuando venía a traer un plato le teníamos que recomendar que quitara los usados para que pudiera poner los nuevos jajaja Ciertamente la presión de estar con 50 personas requiriendo tu atención es un punto, pero lo que es es y lo que no, también. En lo que a la comida se refiere estaba todo perfecto(lo bueno se hace esperar) y desde que se trajo el primer plato el resto vino rápido, todo sea dicho. Comimos marisco especialmente aunque se quedan bastante cortos en esos platos porque no había mucha diversidad. Los langostinos a la plancha se ganaron mi respeto y, a mi parecer, de los mejores probados en un restaurante; aunque el pulpo a la gallega la verdad es que estaba falto de picante para mi gusto(aunque la verdad es que como amante de lo picante muchas comidas me parecen falta de ese toque de yiiihaaaa). Especial mención se merece el pan que nos pusieron, el cual aparte de ser de estos de bolsa, representó un duro desafio para mi dentadura. Ah, y una Cocacola estaba caducada… no sé si es importante porque saber sabía bien pero las cosas como son. En resumen la comida es buena y para ir en grupo, porque si no te crujen, es ideal. Tal vez deban mejorar el servicio y esos detallitos que como el pan y la maldita sombra(todavía me da frio de solo pensarlo) eclipsan lo importante, una comida deliciosa y bien hecha.