La Dehesa del Jamón

Con el paso de los años hay sitios que crecen, mejoran y se ganan esa quinta estrella por la experiencia que se vive en ellos; mientras que hay otros, como éste, que lo que hacen es perder todo el encanto y lo que los hacía interesantes.
Desde la llegada de la Sala X a la zona, la oferta gastronómica del barrio debería haber visto ahí un filón interesante, pues siempre que hay concierto todos los alrededores se llenan de gente ansiosa por comer algo antes de entrar. Algunos lo han entendido bien, otros no.
Yo he dejado de venir porque el local ya no es lo que era. Ni los platos vienen como antes, ni el trato de los camareros es ya el esperado ni creo que le puedas preguntar a nadie de la zona que no esté de acuerdo. Hay alternativas mucho más interesantes en la calle de enfrente, en el local de al lado o al girar la esquina :)

Entre de casualidad porque iba a un concierto a la Sala X, y paramos para comer algo antes.
La primera impresión es buena, salón amplio, limpio y una decoración correcta. Una barra amplia con productos a la vista de cliente. Abres la carta y te apetece probar muchas cosas.
Y entonces, llega el chasco, un camarero solo, el local llenándose por momentos y el pobre sin saber a quien atender. Pedimos dos Mini serranito de pollo y una media ración de morcilla de Burgos.
El pan estaba tieso, como del día anterior, el jamón de paquete y cuando ya casi nos teníamos que ir llega la morcilla, fría y con un trozo de pimiento encima…
Pagamos 17 euros que creo que no se lo merecían los platos.
Pero me dije, «un mal día lo puede tener cualquiera», así que probé otra vez… Y siento decir que fue más de lo mismo…
Si tengo que comer algo por allí cerca, tacho de mi lista este sitio y buscaré otras alternativas.

No me gusta nada: El trato personal es superficial y algo incluso desagradable. No les gusta su trabajo y eso se nota. Tiene veladores fuera, pero el espacio es pequeño y la gente no puede pasar. La cara de loa camareros y sobre todo de los dueños echa pata atras.
No lo recomiendo, por ese motivo

#LunesdeReseña
Bueno, mi experiencia en la Dehesa del Jamón es bastante agridulce. Después de venir por aquí cada vez que en mi familia necesitamos algo de relax o para celebrar algo, últimamente no están siendo muy acertados.
Si bien es cierto que al principio nos atendieron muy bien, muy atentos y muy rápidos, en cuanto el local se empezó a llenar, aquello fue un desastre, al menos en organización, llamamos al camarero varias veces, nos hizo el gesto de ‘en seguida estoy allí’ y no aparecía, pedimos más comida y, francamente, no creo que se tarde media hora en servir unos montaditos en mesa. Incluso para pagar tuvimos que llamar varias veces al camarero y levantarnos a la barra en vista de que él no tenía prisa alguna por cobrar… Ya digo, un caos.
En cuanto a la comida, lo cierto es que vengo por aquí de vez en cuando porque es muy buena cocina, tradicional, típica y buena, un pulpo a la gallega que no estaba nada mal, croquetas caseras que no dejan de ser obligatorias, montaditos que casi merecen el nombre de serranito, en fin… Mucha comida y muy buena, no son escuetos en las cantidades (aunque algunos digan que sí, no es mi impresión).
Otra cosa que me gusta bastante de la Dehesa es el local, medianamente grande (quizá eso explica por qué cuando se llena se produce el caos) bien ambientado, limpio y cuidado.
Le doy dos estrellas a pesar de lo bueno porque para mí es muy importante el servicio que te ofrecen, uno no va a un restaurante a estar detrás del camarero, va a descansar y pasar un buen rato. Y últimamente, con ellos yo no lo estoy teniendo.

«Camarero, ¿podría usted venir un momento?». Con un leve asentimiento de cabeza se acercó, solícito. «¿Podría decirme cuántas gambas ve usted flotando en esta ración al ajillo?». No le costó demasiado hacer la cuenta. «Ocho, señora». Daba la impresión de que no quería pillar la indirecta, con lo que cargué mi segunda bala. «¿Y recuerda cuánto vale esta ración?» «Ocho euros, caballero». Ahí ya empezó a ponerse del color de la guindilla que flotaba por la salsa. Viendo que estaba ganando la batalla, le espeté un «¿y no cree que es un poco excesivo que cueste a euro por gamba?». Al pobre no le quedó más que encogerse de hombros y hacerme ver casi sin palabras que eran órdenes de cocina, que no es que fuera aquello una casualidad.
Entonces pensé que ésa sería mi primera y última visita al restaurante pero hoy mismo he vuelto a ir con mi familia. No he pedido gambas al ajillo para no tentar a la suerte pero sí me dejé llevar por algunas de las sugerencias de la casa. Tabla de jamón con aceite y salmorejo, lomo de buey, patatas bravas al horno y arroz, que por ser domingo siempre lo ponen. Todo bastante bueno, pero sobre todo el queso y la morcilla.
Iba medio bien la cosa hasta que mi hermano pidió una tapa de habas con jamón. Pareció aquello una muestra de cocina creativa. Sólo le faltó el perejil para rellenar el plato. Al menos, tras las dos cucharadas y media, mi hermano, que es un santo, dijo que estaba muy bueno. Creo que fue porque me conoce y no quería que tuviera otra linda charla con el camarero.
En resumen, no es que sea caro, pero no es ni mucho menos barato para la cantidad que te ponen. Y si realmente fuera cocina creativa se le perdonaría por aquello de la tontería de sentirte pija. Pero la única creatividad que se puede aplicar ahí es la de imaginarte que tu plato esté más lleno de lo que está.

Nuestra parada habitual cuando vamos los fines de semana a la sierra de Aracena o a la Sierra Norte a hacer una ruta con las bicis de montaña pues está cerca del puente del Alamillo, incluso cuando no nos coge de paso damos un rodeo para pasar por allí.
Razón principal: las tostadas con jamón que ponen. No son baratas, la verdad, pero te dan toda la energía necesaria para pasarte tres o cuatro horas pedaleando montaña arriba y abajo. Las ponen con verdadero cariño, su tomatito, su aceite del bueno y su mollete blandito. Además es un sitio amplio y usualmente no hay mucha gente.
También ponen botellines a menos de un euro. Para tapear prefiero El Colmao que hay a escasos metros

Bar de tapas y raciones especializados en chacina iberica y carnes a la brasa. Tienen aliños de muchos tipos como el de tomate con melva que está muy rico, y aunque no tienen veladores en el exterior, en el salón interior que es bastante grande, se puede estar muy a gusto.
En cuanto a cantidad de las raciones está un poco escasa.
Desde la cristalera del interior se puede ver la gente pasar hacia torneo y aunque es una zona muy bulliciosa de transito, se está muy a gusto en las tarde-​noches de otoño invierno