Mudeco

Cuando a mi madre le da por cambiar algo, hay que echarse a temblar, porque cuando se le mete algo en la cabeza, no hay cristiano que se lo saque. Lo último que le dio por cambiar fue mi dormitorio, que aunque es verdad que estaba algo desangelado, yo estaba la mar de cómodo en él. Pero como a cabezona no hay quien gane a mi madre, no quise discutir. Al fin y al cabo, los cambios no tienen que ser para mal.
Así que un sábado por la mañana cogimos el coche y fuimos cerca del parque Amate. Desde fuera lo que se ve es una nave industrial bastísima, con aspecto de ser un sitio poco fiable. Pero las apariencias engañan. Cuando entramos, me di cuenta de que estaba completamente equivocado en esa primera impresión. La exposición de muebles que tienen allí montada es simplemente espectacular. Aunque mi madre tenía mu claro lo que quería para mi cuarto, entramos a curiosear. Dormitorios, salas de estar, salones, despachos… todo montado con un gusto excelente.
Cuando mi madre se cansó de mirar nos acercamos a la oficina. Un hombre, más bien serio aunque agradable, tomó nota de lo que mi madre le iba explicando. Yo no acababa de visualizarlo, pero el tipo parecía que lo tenía claro. Nos dio un presupuesto, que a mi madre le pareció bien (yo no tengo ni idea de si es caro o barato, eso es cosa de la que manda). Así que acordamos la compra, y el caballero nos dijo que nos llamarían cuando estuviese listo y fuesen a venir para montarlo todo.
Una semana después, un camión de Mudeco estaba aparcado en la puerta de mi casa. Previamente habían llamado para que demontásemos todo. Comenzaron a meter en casa muchísimas piezas desmontadas. Yo seguía sin verlo claro, pero ellos comenzaron a montar, y en un rato avisaron de que habían terminado. Cuando entré en el cuarto quedé gratamente sorprendido. Ya veía claro lo que quería mi madre.
No sé si será por la disposición de los muebles (con el ropero haciendo esquina) o por la cantidad de cajones que tiene el puente de encima de la cama, pero todavía no me explico cómo en un cuarto tan pequeño como el mío caben tantas cosas.