Oliver

Esta tienda de ropa bien bien, tiene dos caras, dos. O tres. Es decir, que son dos tiendas independientes, o tres, comunicadas por una puerta. Pero vayamos por partes, que creo que andamos ya un poco perdidos. O tres.
Por un lado, la primera cara por orden de edad, de menor a mayor, es la pequeña tienda de ropa de bebés y niños infantes. La dependienta, una muchacha muy agradable, te muestra toda la ropita que haga falta en un santiamén. Ropita muy mona, muy estilosa y, eso sí, muy de toda la vida, muy clasiquita.
Un inciso, o un y por cierto: Es increíble la cantidad de cositas que hay en un espacio tan reducido. Empezamos: rebequitas de punto, gorritos, guantecitos y patuquitos a juego, vestiditos de punto inglés, pantaloncitos patita de gallo, blusitas cuello bebé, petitos de pana, batones, pelelitos y polainas, por decir una pequeña muestra. Todo muy «ito» o muy «ita», por supuestito.
La otra sección, la segunda cara del mismo negocio, es la de ropa de jovencitas y ya no tan jovencitas, que al ser éstas más grandes que los bebés y niños, la tienda es también más grande. Ropa arregladita, para ir a misa los domingos y fiestas de guardar, pero no a la fiesta de a primavera, esa fiesta no. Esa es otra fiesta. Ropa muy clásica, tirando para clasicona. La dependienta es otra distinta, también agradable, pero con ese puntito de superioridad que hace indicar que pudiera ser la dueña.
Y la tercera sección o cara, es cuando llega la época de las comuniones y la zona juvenil se transforma en un monólogo de vestiditos blancos para recibir dicho sacramento.
Sea como fuere, estas dos o tres tiendas en una, suele tener ofertas y promociones muy interesantes.