Ricardo

El Ricardo es uno de los emblemas de Rochalambert, mis primero años en Sevilla los pasé en este barrio y guardo muy gratos recuerdos, hay mucha gente trabajadora y de bien. En el Ricardo eché muchas tardes cuando hice mis primero amigos del barrio, es verdad que tiene un exceso de madera en su mobiliario, lo que lo hace parecer bastante rústico.
A la vuelta de la facultad quedaba con un par de chavales de Córdoba que vivían en el bloque que está justo al lado. Allí pasábamos horas contándonos la vida. Ellos querían saber cómo era la vida en mi país y yo como era la vida aquí. El Ricardo era el punto de encuentro y más cuando la huelga de la LOU, que no sabíamos cuándo terminaría, así que pasábamos horas allí a base de cervezas y cocacolas.
El trato con el camarero era muy bueno, además al estar en una especie de patio interior rodeado de comercios, había mucho barullo y ambiente. De vez en cuando había celebraciones de cumpleaños y muchos niños corriendo por allí.

El maderita le llamábamos, las mesas, las sillas, la palillería de las ventanas, las puertas de entrada, la barra, los taburetes, todo es de madera allí.
Hay un amplio salón para comer, desayunar, tomar café, cenar, está abierto todo el día. Pocos cumpleaños hemos celebrado en éste mismo salón. También tiene terraza para los más calurosos y para el verano.
La vitrina con los pasteles para el postre la ves nada más entras, justo enfrente y claro, el sitio es estratégico, imposible no caer, jeje.
El personal es muy competente, son rápidos, aunque esté lleno, te atienden siempre con la misma eficacia.
Está situado en un callejoncito de poco paso, pero siempre hay gente. Si hace fresco y te sientas fuera, es ideal, porque no pasa el aire que hace cuando sales de esa callecita, se está agustísimo, te pueden dar horas allí sentado de cháchara, tomando el postre, la copita o el café.

Rochelambert fue tristemente conocido hace un año o dos por un programa de callejeros en el que se daba una imagen del barrio que poco tiene que ver con la realidad. En el reportaje aparecía uno de los centros neurálgicos del barrio, el Bar Ricardo, caricaturizado como centro de reunión de cuadrillas de personajes frikis.
¡Nada más lejos de la realidad! Comencé a frecuentarlo mucho antes de tener edad para beber, nada más comenzar el instituto. Era el sitio en el que te reunías con los compañeros de clase para hacer trabajos, así que todas las tardes estaba lleno de chavalería garabateando en sus cuadernos, tomando un refresco o pelando la pava. Con el paso del tiempo se convirtió en el sitio al que ibas a ensayar la obra de teatro o te reunías para comenzar esos proyectos que todos hacemos al empezar la universidad.
Llegó el momento de independizarme y recuerdo que cuando no tenía nada qué hacer en casa me bajaba al Ricardo porque normalmente encontraba alguna buena tertulia bohemia con amigos a la que sumarme. De hecho muchos de esos amigos son hoy músicos o actores, algunos reconocidos a nivel nacional. Otros son escritores o maestros, eso da lo mismo. Lo importante es que el Ricardo es un sitio peculiar en el que encontrarás siempre un ambiente inspirados entre sus mesas de madera noble. Siempre aderezado con las charlas con los camareros, las tapas, el picoteo y las bolsas de patatas fritas.
Si algún día el Ricardo cerrara sus puertas, Rochelambert perdería parte de la esencia que le convierte en el barrio bohemio más desconocido de Sevilla.