Sol Supermercado

Pues esto no es ni más ni menos que lo que se conoce vulgarmente como «un chino», por lo que está muy bien para comprar algo que necesites en horas a las que un supermercado normal está cerrado. En realidad puedes comprar a cualquier hora, pero en circunstancias normales, prefiero otros sitios.
Como todo chino, este supermercado tiene un poco de todo, desde comida a productos de limpieza, papelería o incluso te puede apañar un disfraz en un momento dado. Los precios, también como en todo chino, son algo más caros que en un supermercado normal en cuanto a alimentación se refiere y más baratos en otras secciones como juguetes o decoración, pero claro… si quieres decorar tu casa del chino sabes a lo que te atienes.
Como algo especial, tienen una sección con productos orientales, no demasiados, pero algunos merecen la pena. Tienen varias sojas, entre ellas la que ponen en los japoneses, sobrecitos de estos baratos de tallarines preparados, tallarines para preparar tú de arroz o soja, leche de coco, salsa de chiles, pasta de curry… En fin, si le quieras de un toque exótico a tu comida, tal vez aquí encuentre la inspiración.
Respecto al trato, es de las cosas que menos me gusta de estos sitios, porque suelen conocer poro el idioma y el trato es más bien tirando a frío y poco cercano, lo imprescindible para que la transacción económica llegue a buen puerto, y cada uno para su casa. No es que sean antipáticos, no me malinterpretéis, sólo que nunca te van a preguntar por tu madre o tus niños. Eso sí, a veces se les ve en el bar de al lado tomando una cerveza, cosa que se agradece por verlos integrados.

Me encanta este super mercado. Creo que son de los ciudadanos chinos mejor adaptados a la ciudad y al vecindario. Son muy amables y tienen unos precios muy parecidos a los de cualquier supermercado, sin llegar a los precios un poquito más caros que suelen tener los establecimientos chinos.
Llevan abierto varios años y he visto cómo han crecido sus hijos. Tienen dos niños. El mayor ya va al instituto, tendrá unos 13 años y desde siempre ha ayudado a los clientes mientras hacía los deberes y a lo mejor su madre o su padre no entendían lo que le estaba pidiendo algún cliente. El niño siempre le decía algo a la madre en chino y después, con un acento sevillano de pura cepa, te decía «ven conmigo, anda» y te llevaba a la estantería donde estaba lo que estabas buscando: pan rayado, huevos, mantequilla, bolígrafos, pimientos, kakis, un paquete de arroz… Lo que sea. Después ibas a la caja y su madre veía lo que habías cogido, asentía y te sonreía.
Un encanto de gente. Y abren a todas horas. El domingo por la mañana fui con un amigo a comprar todo lo necesario para hacer tortitas con chocolate aptas para todo resacoso que se precie. Nos gastamos en total (bueno, se gastó, porque me invitó…) 4,80 €. ¡Genial!