Aleimuna

A fantastic Moroccan restaurant in Valencia. I was traveling through the city with a friend and we wanted something good to eat — and to not eat at anywhere touristy. Well, we found the place at Aleimuna.
The owners — and only people working at the restaurant — a husband and wife, were incredibly warm and personable. He gave us great recommendations for a Tajine and a couscous dish– both of which we loved. If I lived in Valencia, I would eat there all the time.

Los sabores y olores provenientes de Marruecos siempre me han extasiado. Las especias implicadas destilan un aroma que literalmente me vuelven loco. Verdaderamente no sé el porqué pero disfruto de sus platos como casi de ninguno. Vas probando otras cosas, comes diferentes tipos de comida, pero siempre acabas volviendo en algún momento a rodearte de esas esencias y sabores que de repente asaltan tus sentidos para hacerte volver a disfrutar como el primer día.
Pastelas, cuscús, tajines, briwats, etc… Todo lo típico de la tierra. Bien cocinado, rico, bien presentado: maná del cielo, vamos.
La comida del Aleimuna es un espectáculo. Carta cortita pero contundente que te hace viajar por un momento y sentirte en un cuento de esos de Las Mil y una Noches donde se describen esos platos tan exóticos.
Y a lo que hay que unir al señor más agradable, amistoso, parlanchín, simpático y atento que encontrarás jamás en algún restaurante. El negocio es regentado por un matrimonio ya mayorcito que se reparten la cocina y la sala… y el trato es totalmente casero y distendido. La verdad es que casi podrías ir a cenar o comer solo y estar a gusto solamente con el trato de estas personas.
Y una pequeña pega: es un poquito lento en el servicio.
El local es pequeñín y decorado al estilo árabe. Cómodo y ya está. Porque la maravilla se esconde en el sótano donde se encuentra un antiguo refugio de la guerra civil que si se lo pides al señor te lo muestra sin tapujos. Túneles antibombas que te dejan vislumbrar la historia reciente de nuestro país.
Yo lo tengo claro: el mejor marroquí de Valencia.
Siempre deseando volver!

Fui por primera vez la primera semana que estaban abiertos. Fue un descubrimiento. Se les notaba hasta nerviosos. Después he ido no sé si cuatro o cinco veces más.
Tanto los precios, como la cantidad y calidad de la comida son muy buenos. Una auténtica excepción en la zona.
Recomendada la visita al refugio de la guerra civil, lógicamente eso hace el evento aún más diferente, para bien, claro está.

The best food in Spain!
After traveling Spain for two weeks, my boyfriend and I grew very tired of tradition Spanish tapas. On our search for something different, we found this gem!
It was Easter at 9:30 PM, when we saw the doors locked and closed. The owner saw us outside and unlocked his doors and invited us in. So gracious! After talking to us for a few minutes about Spain, traditional Moroccan cooking, and his wife’s expertise in the kitchen, we decided on two recommended couscous dishes — lamb and chicken.
Amazing. The chicken was so tender, it nearly fell off of the bone. The caramelized onions mixed with raisins and chickpeas made for a sweet/​savory combination of exquisiteness. The lamb… So beautifully cooked and full of flavor. The aromatics of the spices, the perfectly cooked vegetables on top of simple couscous and homemade broth left one wanting more at the end. To finish, we had a FRESH Moroccan mint tea. No tea bags here. Simply mint, jasmine, sugar, nutmeg, and orange blossom infused water. So refreshing. The perfect way to cleanse your palate after a good meal.
The restaurant is more than just good food though. The service! The hospitality! Simply amazing.
THIS is authentic, home cooked comfort food that is very hard to find anywhere. Go. You will not be disappointed.

Hoy, porfin he acabado examenes ! y para celebrarlo quería pasarme por este sitio, alentada de todos los buenos comentarios de Unilocal.
Hemos llegado sobre las tres (no habia nadie en el restaurante)
Le he preguntado si tenian algun menu o algo porque como era la primera vez que veniamos así podiamos probar de todo un poco.
Me dijo que con unas croquetas y un cous cous ibamos bien (me qede un poco cortada, porque me dio la sensacion que lo que el queria es que pidiesemos eso para facilitarles trabajo, cosa que no me gusto)
Las croquetas, han sido rollitos de filo uno de queso y otro de carne picada con especies estaban buenos.
Y de segundo cous cous de cordero, la verdad EL MEJOR COUSCOUS que he probado nunca. Me encantó.
de postre un yougurt de azahar para compartir, con nueces por encima (tambien nos dijo de compartilo) tambien estaba bueno.
y un thé Total, 26 dos personas.
Para lo que comimos, que si fue mucha cantidad, pero me parece caro para lo que comimos (un couscous y dos mini croquetas, junto con yogurt para compartir)
Sin embargo resalto que el couscous estaba buenisimo.
Volvere pero con mas gente, para probar unas tortas que hacen de pescado o de carne ;)

La verdad es que después de ver tartas buenas críticas en Unilocal me he hecho demasiadas expectativas con lo cual me ha defraudado un poco el sitio
Con lo que respecta a la imagen de local no tengo nada que decir es un local pequeño y decorado, como ha podido.
Los precios no son muy caros pero también tengo que decir que las raciones son excesivamente pequeña sobre todo con la ensalada de tomate Marrakech hemos pedido de primero que venían un plato de los que se pone con el café con leche es decir pequeño y bueno las raciones de pan muy escasas y el Tayin de de ciruela con ternera, no me acaba de gustar a pesar de q muchas críticas lo ponen por las nubes.
El propietario que hace de camarero es muy amable y atento quizá un poco demasiado excesivo pero no tengo nada que reprochar La Cocinera nos ha dicho que es su mujer.
Me ha dado la impresión de una cocina muy casera y sin muchos detalles a la hora de su presentación

El pertenecer a una comunidad como Unilocal,hace que tus amigos te dejen la responsabilidad de elegir el sitio dónde cenar, con lo bueno y lo malo que eso tiene. Así que cuándo esta semana, una amiga me dijo que le apetecía cenar en un marroquí, he de reconocer que me puso en un aprieto, ya que jamás había estado en ninguno.
En seguida eché mano de Unilocal y me encontré con este restaurante. Tenía muy buena valoración de Unilocalers conocidos y no lo dudé. Os tengo que dar las gracias. No se que fue lo mejor, si el trato de sus propietarios o la comida.
El restaurante lo lleva un matrimonio marroquí, a los que después de 15 años en Valencia, se les asoma el acento al hablar, Fueron encantadores con nosotras, con una sonrisa en todo momento y aconsejándonos para las próximas ocasiones, que puedo asegurar que llegarán, y espero que pronto.
Ella como cocinera un 10. El tayin de cordero con ciruelas y almendras sólo tiene una palabra, espectacular. Y la pastela dulce de pollo exquisita. Además pedimos de entrante zaalouk, que es un puré de berenjena y tomate que estaba especiado en justa medida, muy buena opción para abrir boca. Demasiada comida para sólo dos, pero como era la primera vez, no controlábamos. Eso si, no nos podíamos ir sin rematar la cena con dos dulces típicos marroquíes y el té de hierbabuena que es uno de los mejores tés que he probado en mi vida.
Me sentí como en mi casa por el trato familiar y cercano que nos dieron. Salí de allí con una sonrisa que aún me dura. Toda una experiencia el visitar este local pequeño y sencillo en su decoración, pero muy grande en lo que respecta a su comida y sus propietarios.

He de confessar-​me, quan vaig conéixer este restaurant no em va fer bona pinta perquè mai estava massa transitat i la carta no era molt extensa. Error de principiant. Després va arribar la recomanació familiar i finalment la noticia què baix tenien un refugi de la guerra civil.
Mai lamentaré suficient haver tardat en vindre, però estic content d’haver-ho fet, perquè des de que fas els primers passos el matrimoni que el regenta t’acull perfectament, amb un somriure sincer i una amabilitat familiar.
Els plats són sempre excel·lents, i només he de fer un «pero» per gustos personals, i és odie les olives i no m’agraden els albercocs ni es cireres seques… cap problema, li ho dius i amablement te trauen un tagín amb codony (si, «membrillo»).
I si la carta et sembla curta, cap problema, es pot ampliar telefonant uns dies abans i tindràs un tajin de peix comprat el dia abans i adobat amb les espècies turques. En el nostre cas va ser un llobarro, però podria haver sigut una daurada per exemple.
De postres, cap estravagància, tot tradicional. El té morisc molt, molt bo, i això que jo sóc prou difícil per als tés.
I perquè no està més ple? Ubicació i terrassa trobe. El carrer està enmig de dos zones molt freqüentades: Russafa i Montolivet, però s’ha d’anat aposta. Com avantatge, pots aparcar en la porta (si tens sort, difícil, però possible és, no com en altres barris), anar passejant tranquil·lament (realment són pocs minuts des de Russafa).
La terrassa una llàstima, desconec si pel carrer peatonal de darrere podrien tindre lloc, però caldria una reforma del local que segurament no és aconsellable afrontar.
Si teniu dubtes per si es un menjar massa fort o especiat, no passa res, tot és molt suau, gens de picant i tot molt natural. És com anar a dinar un arròs al restaurant valencià més familiar que imagines, però en versió del Marroc.
Molt, molt recomanable, no vos en penedireu.

Aleimuna, taronja en àrab, és el nom d’un restaurant de menjar marroquí. És un bon lloc per a degustar varietats de Cuscús, Tayines, Pastelas i les pastetes tradicionals. Hem anat a dinar tres persones, i hem començat per un paté de albergina i tomata que a mí no m’agradat massa, hem seguit amb un Cuscús i la sémola estava solteta i sabrosa de veritat, la cuinera ens ha dit que la feia ella a mà. Després, hem probat una pastela, i puc dir que n’havía probat d’altres llocs i ésta estava insuperable, impresionant. Voliem demanar un tayine, però el cambrer ens ha aconsellat, i tenie raó, que si ens quedavem en fam que lil demanarem després, que ja en teniem prou; i de postre, un iogurt amb aigua d’azahar amb fruits secs, molt bò també. Per a beure, sorpresa, una botella de vi, no sol haver alcohol a estos establiments. I per acabar, un té amb pastetes, molt bones també. El preu, per a tota la elaboració que portava el menjar, també estava bé, hem eixit per 15 euros cadascú. Tant el cambrer com la cuinera, molt amables. Hem acabat, visitant un refugi de quan a la guerra, al soterrani del local.
A tot açó, hem conegut este lloc gràcies a les resenyes d’altres Unilocalers.
Tornarem!

Unilocaleo este resaurante con cierto apego porque es imposible no cogerle cariño.
Concepto de restaurante que me encanta. Regentado por un matrimonio marroquí ella a cargo de la cocina (madre mia menuda mano tiene!!!) y él con el objetivo de hacerte sentir como en casa. Si sumamos a toda esa calidez que trasmiten, la calidad suprema que tienen todos sus platos estamos ante un restaurante del que no podeis dudar entrar si comida marroquí es lo que estais buscando.
Su carta no es muy variada, cosa que especialmente me gusta en un restaurante porque me asegura que los productos son frescos. Pero según nos comento el dueño, a una llamada vuestra están dispuestos a haceros cualquier plato que os guste. ’ Solo darme tiempo para ir al mercado’- nos dijo…
Os recomiento el cous cous dulce, una delicia. Y el de cordero, y el pastel, y el tajine de ternera… Todo, todo, todo me trasladó de nuevo a Marruecos.
Apuesto por los restaurante familiares, que no se pierda el placer de disfrutar de una comida en un magnifico ambiente.

Cuando unas cuantas amigas que yo me sé me lean se reirán un rato, y es que no había vuelto a probar cocina marroquí desde que estuvimos las cuatro juntas (junto a Samuel M, todo hay que decirlo) en Marruecos quince días. Fueron tantos los tajines, las pastelas y tés morunos que acabamos hasta el BIIIIIP de las especias y aromas del Magreb. Sin embargo, cinco años después, no sólo me apetecía, sino que quería volver a recordar con ilusión todos aquellos sabores que allí me resultaron el primer día deliciosos, el segundo muy buenos y así gradualmente hasta la hartura máxima, el último día de viaje. Y di con el lugar más adecuado en Valencia, el Aleimuna.
Alentada por la recomendación de una pareja de Unilocalers experimentados (Fernando V y Noelia R), llamé para hacer una reserva de bastante gente y lo primero que viví fue solo el principio una experiencia inolvidable: la señora que me cogió el teléfono, con un acentazo árabe que delataba que aquello era auténtico de verdad, tomó nota y me preguntó mi nombre para la reserva. Le contesté: María Quesada y empezó a reírse como si hubiera escuchado la mejor broma de la historia de la comedia JAJAJA (se partía ella) ¿María «pesada»? JAJAJA, y yo, empatizando con la gracia que tenía el no chiste, le acompañé en su risa a carcajadas. No pudimos empezar nuestra relación de mejor manera, las dos por el suelo enganchadas y encanadas. Pues ya cuando la conocí a ella, Arabia, y a su marido, me enamoré de Marruecos otra vez y estoy deseando volver (menos a Errachidia, eso sí que no).
Llegamos a la hora de la cena antes que el dueño, que apareció en bicicleta con una inmensa sonrisa que no se quitó en toda la noche ¡pero qué personas más amables, por favor! Teníamos una mesa larga preparada para veinte personas y un menú cerrado a 15 euros con todo incluido. Bueno, fue una noche espectacular. El sabor de los platos delicioso, me recordaba a cada rincón que visité en su país: Fez, Meknés, Marraketch, Essaouira, el desierto de Erfud… todos estaban en cada uno de los platos que nos sacaron. Me quedo con la pastela (hecha con pollo, y no con palomo como allí acostumbran) por su mezcla dulce-​salado ¡parece un postre! tan exótica, y con el tajín de ternera, ciruelas pasas y almendras ¡Arabia, vente a mi casa una vez al mes, por lo menos!
Para acabar nos sacaron un «té a la menta, amigo» (pronunciado con acento árabe), pero el postre real fue el colofón de la noche y guinda de una velada perfecta: la visita al refugio de guerra que está bajo el suelo de este restaurante en pleno Monteolivete. ¿Cómo es posible? Pues el dueño marroquí del Aleimuna, nos enseñó con mucha ilusión este pedazo de historia de nuestra ciudad que yace medio enterrado en sus cimientos. Nos pareció increíble andar por aquellos pasillos donde un día hubo gente encerrada para evitar el impacto de las bombas. Había humedad, estaba oscuro, olía a cerrado y a cemento y lo único que te hacía salir de ambiente eran una pintadas de algún «ravero» valenciano que usó el espacio para otros menesteres de dudosa legalidad.
El caso es que cuando tienes una experiencia como la que yo viví en el Aleimuna te da pena ponerle 5 estrellas, porque se merece infinitas. Gracias a esta familia tan amable y divertida por llenar de cariño sus platos y regalar experiencias histórico-​gastronómicas de este nivel. Sin duda, volveré, y esta vez no pienso esperar cinco años.

Mi segundo encuentro con los miembros de Unilocal valencia!!! como seguro diría Juan V. viajamos a Marruecos!!! Como siempre una experiencia nueva, con anterioridad había degustado la comida Marroquí, pero en esta ocasión he probado algo muy distinto a lo anterior y con la mejor compañía.
Iniciamos por decir, que solo con Unilocal me he arriesgado a ir a sitios que en condiciones normales no visitaría, en este caso la ubicación del local no es la mejor, es de esos lugares donde puedes llegar por recomendación o simplemente por haberte extraviado; por error de calculo llegamos una hora antes de la convocada, lo que nos dio tiempo a poder encontrar el local. Pues llegada la hora y con todos presentes, se dío inicio a la actividad, el propietario del local una persona muy atenta, de esas personas que poco te sueles encontrar y que de cierta forma se desvive por hacerte sentir como en casa, pues así me sentí.
De entrada entre risas y muy buen ambiente, se dio paso a las bebidas, para mi es primer vez que pruebo una cerveza de origen Marroquí, denominada Casa Blanca fuaaaa… calidad de cerveza, como las que me gustan, fuertes y bien frías; y llegado el momento comenzó el desfile de degustación, cada plato diferente al otro, con sus propios aromas y sabores, ese día degustamos:
1. Ensalada de fez compuesta por tomate, cebolla y bastante pepino
2. Cus cus de cordero ¡Delicioso!
3. Tayin de ternera con ciruelas y almendras, un plato dulce pero sin igual
4. Pastela de pollo ¡Sublime! mi plato favorito de esa noche, aunque se pelea mucho con los dos de en medio.
Todo esto por un menú cerrado de 15 €, en fin genial, para bajar un poco la comida, nada mejor que un buen té Marroquí, una vez terminada hicimos un pequeño recorrido por el local, que aunque a la vista resulta pequeño, esconde mas de lo que tus ojos pueden ver!!! Sin mas que decir, recomiendo 100% Aleimuna!!!

Como en casa. Así nos trataron y nos hicieron sentir. Más que ir a un restaurante parece que estés en casa con la familia. La comida se notaba casera. De las de toda la vida. Hecha con cariño. No se busca lo novedoso. Son recetas centenarias que no han variado en muchos siglos.
La decoración del local es muy agradable. Decoración con motivos geométricos. Como manda los cánones. Espacioso, éramos 20 comensales y sobraba espacio. Acogedor. Mesa cuidada en su composición. Sin ser excesiva.
Pese a ser un restaurante de comida árabe, puedes pedir cerveza o vino. Pedimos ambas cosas. La cerveza, por probar, Casablanca. Buena. El vino un Rioja, obvio. Teníamos un menú pactado. Como entrante nos sirvieron unas olivas y una Ensalada Fez. Sencilla. Me recuerda a lo que echamos en nuestro gazpacho, pero con un aliño suave que la hacía muy apetitosa. Luego nos sirvieron un Cuscús y un Tayín de Ciruela y Ternera. Espectaculares. El cuscús con su caldo separado para que cada uno se sirva lo que guste. La carne tierna. Del Tayín me quedo con la cebolla. Madre mía. Como estaba.
Para finalizar nos sirvieron la Pastela de Pollo. Almendras, canela y pollo todo empanado. No sabes si es postre. El que más me gustó. Y mira que me gustó muchísimo todo. No podíamos terminar la noche sin su afamado te. Muy rico, y lo comenta alguien que no gusta de tés. Ese ligero toque a hierbabuena, especial.
Estoy de acuerdo con Josep Manel, lo que más me impacto es descubrir cuanto de nuestra gastronomía viene heredada. Sin duda repetiré.
Como guinda, el paseo por el refugio antiaéreo datado de la guerra civil española. Debe ser una gozada en verano. Fresquito seguro que se está. Sorprende ver cuantas cosas hay bajo nuestros pies y que cada día se descubren. Historia por cada poro de esta nuestra tierra.

Estaba que saltaba de alegría cuando Maria me comento que quedaban dos plazas para el #gastroyelper en este sitio.
Hay algo mejor que buena comida en buena compañia? Respuesta: neverrrrr!!!
Asi que ahí nos plantamos con muchas ganas.
El local por fuera es muy sencillo, por dentro las paredes estan decoradas con motivos en relieve pintados de colores brillates preciosos! (Mira las fotos!).
Fuimos con un menu cerrado de 15 € por persona que fue simplemente perfecto.
Ensalada de fez (refrescante con pepino y un aderezo avinagrado que estaba de vicio), couscous de cordero (a mi me sirvieron uno vegetal, gracias!!!), pastel de almendras con pollo (todo el mundo dijo que estaba exquisito) y te dulce con hierbabuena fresca.
Si a la buena comida le añadimos un trato encantador, que mas se puede pedir???
Despues de cenar el dueño nos llevo al sotano del local a contarnos un poco de historia de españa enseñándonos un refigio antiaéreo y contándonos anecdotas muy entretenidas.
Pros:
— autentica comida marroquí ‘de toda la vida’ (nada de fusiones modernas de ‘nouvelle cuisine’ que desmerecen la cultura de los platos, en mi opinion)
— precio: 15eurillos por la velada es un MUY buen precio.
— atención al publico: excepcional
Cons:
— el local esta un poco escondido y no llama mucho la atención
Volveré?
Hell, yes! :)

Mi primer gastroyelper me llevo a toda una aventura gastronómica que estaba casi renuente a disfrutar, pero me decidí y me embarque en aquella explosión de sabores sin saberlo. ¡Nos fuimos a Marruecos!
En un local bastante sencillo, con decorados que te llevan automáticamente al país en cuestión, aun cuando no hayas ido nunca y atendido por sus propios dueños una pareja de marroquí con una amabilidad desbordante.
En cuanto a la comida nos prepararon un menú cerrado de 4 platos:
1. Ensalada de fez compuesta por tomate, cebolla y bastante pepino
2. Cus cus de cordero ¡Delicioso!
3. Tayin de ternera con ciruelas y almendras, un plato dulce pero sin igual
4. Pastela de pollo ¡Sublime! mi plato favorito de esa noche, aunque se pelea mucho con los dos de en medio.
Creo que al escuchar de comida marroquí nunca hubiese imaginado la variedad de mezclas y sabores, la verdad me la esperaba muuuuy diferente, quizás por ello el miedo, pero definitivamente es una fiesta al paladar, por lo cual la puedo recomendar al 100% no solo la comida sino el local.
Pero mi mayor sorpresa fue el postre, que para una sorpresa aun mayor no era comida sino un paseo singular por los espacios del lugar, ¡un refugio antiaéreo! de la guerra civil española donde recibimos una super explicación de lugar, de esas cosas que no te esperas, tal y como dijo nuestro fabuloso guía «Un moro hablando de la guerra española quien lo diría» (risas). Creo que fue una experiencia bastante nutritiva no solo gatronómicamente hablando sino culturalmente también.

Aleimuna es mucho más que una experiencia gastronómica, es un viaje a nuestro útero cultural, es un ejercicio de memoria genética, es mirarnos al espejo y reconocernos como parte de un viaje que comenzó hace más de mil años y cuya inercia nos empuja hacia un futuro inesperado deudor de lo que fuimos y deseoso de ser y seguir siendo. Sentarte a la mesa de Aleimuna es disfrutar de una hospitalidad ancestral, de una simpatía natural, de un afecto familiar, es sentir que estás en un lugar que te conecta con experiencias que creías olvidadas. Y eso lo consigue Arabia y su marido.
Si a todo ello le sumas la posibilidad de viajar físicamente a nuestro pasado reciente, bajando a las catacumbas de uno de los pasajes más tristes de nuestra historia, es decir, visitar uno de los refugios antiaéreos de la Guerra Civil mejor conservados que existen en nuestra ciudad, la experiencia se convierte en emocionante.
Salgo del Aleimuna reencontrándome con la mitad norteafricana que conforma nuestra esencia cultural.
PD. Si te gusta la cerveza no dejes de pedir una Casablanca.

¿Qué había probado antes sobre la comida marroquí… Cus-​cus, cus-​cus y… creo recordar que cus-​cus. Es decir, nada o prácticamente nada.
En este caso, nuestra aventura gastronómica internacional, nos llevó al otro lado del estrecho para compartir mesa con nuestros vecinos marroquíes.
Local minimalista en los que predominan los tonos terracotas, muy adecuados al país de referencia. Impresionante columna decorativa que me dejó «bocabadada» o lo que es lo mismo, con la boca abierta. Familiar, muy familiar, ya que lo regenta un matrimonio marroquí. La sensación que tuve fue que éramos miembros de su familia. Pero hablemos de lo importante: la comida.
El menú cerrado estaba formado por 4 platos: una ensalada Fez, muy buena y que nos recordó a los ingredientes del gazpacho; cus-​cus de cordero… umm rico rico; tayín de ternera, ciruelas y almendras, mezcla muy original; y pastela de pollo, que nos explicaron que solo se comía en las celebraciones familiares, bodas, etc. Me dejó con la boca salivando. Nunca me hubiera imaginado que la combinación de pollo con canela resultara tan agradable al paladar.
Resultado: recomendable 100%. Trato excelente, local limpio, comida muy buena y muy buen precio, simpatía y hospitalidad a raudales, sorpresa (fantasmagórica) al final de la cena … Sensacional y creo que mi recuerdo no está distorsionado por lo bien que me lo pasé, si no por el conjunto de todas las cosas.

Este restaurante es una isla en el barrio, un auténtico restaurante marroquí, llevado por un matrimonio de allí y que te preparan su comida, ni más ni menos. Si esperas fusión, grandes cartas, cosas exóticas. te equivocas de lugar.
Sirven diferentes variantes de sus comidas típicas, que pueden adaptar a tu gusto si algún ingrediente o combinación no te hace. El cuscús por ejemplo está buenísimo, parece un plato fácil pero al caldo es vital, y lo clavan.
Para terminar, aparte del postre, el té es también auténtico, sin florituras ni historias: te marroquí, con hierbabuena, muy bueno.
El precio es medio, algo más caro que los bares de la zona, pero mejor de precio que este tipo de sitios.
Ah! Si el sitio está tranquilo y os gusta, podéis preguntar al dueño por el refugio de la guerra… si, tienen un refugio visitable debajo, ya que al lado pasa la antigua carrera rodeada de casitas, que iba a la huerta y al cuartel militar de Zapadores.