Un pequeñísimo y muy agradable bar situado en un lugar en el que no te creerías que puede caber absolutamente nada, y es que parece mentira cómo han aprovechado el espacio. La dueña es tremendamente amable y prepara el que es posiblemente uno de los mejores cafés de Valencia, pero hay más: si te apetece algo para comer, tienen cosas como pizzas o las cruji-coques esas que tan de moda se han puesto ahora. No esperéis nada especialmente elaborado, pero está bien, para almorzar o picar algo. Creo que en invierno la quitan, pero suele poner una terracita por detrás, aunque debido a la ingente cantidad de obras que sacuden Valencia es posible que se hayan visto obligados a eliminarla definitivamente, y es una lástima porque la calle está poco transitada y es muy tranquila. Lo malo es que(curioso para ser un café) cierra los fines de semana. Por cierto, es baratísimo.